lunes, 4 de febrero de 2008

EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS (CAPÌTULO 8)


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
ES UNA OBRA DEBIDAMENTE REGISTRADA
COPYRIGHT BY JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ


(ANTES DE LEÈR ESTE CAPÌTULO 8; LEE PRIMERO LOS CAPÌTULOS ANTERIORES; LOS ENCONTRARÀS MÀS ABAJO; Y EN EL LINK DE ENTRADAS ANTIGUAS)


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS


NOVELA ORIGINAL: JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ


CAPÌTULO 8


Quince de febrèro de 1.808...Catedral Mayor de Santafè de Bogotà...Toda la èlite citadina encabezada por el virrey Amar y Borbòn, estàn reunidos como invitados especiales en la ceremònia de ascenso de siete obispos entre los que se encuentra el nuevo obispo Andrès Rosillo.
La catedral està colmada, y la gran mayorìa es todo el alumnado en plèno del colegio Santo Tomàs, incluìda la solemne coral juvenil, que junto a la coral de adultos del colegio Mayor del Rosario, de donde se egresò universitariamente Andrès; entonan conjuntamente los cànticos y responsos de la elegante y majestuosa ceremònia religiosa que es oficiada por el neuròtico arzobispo de Bogotà; ante el cual, cada uno de los nuevos obispos, tendrà que inclinarse y hacerle reverència en actitud de rìtual, tal y como lo ordena el protocolo episcopal...Con el fondo musical de las dos corales monumentalmente unidas en prodigiòsas voces y hermosos cantos religiosos; los nuevos obispos van ingresando colocandose frente al altar donde los espera el arzobispo...Los nuevos obispos estàn uniformados impecablemente con nueva casulla de color verde que ya llevan colocada cubriendolos debidamente...La casulla de Andrès es la màs llamativa porque es a la que màs se le notan los brillos dorados de los hilos de oro, en el màs hermoso bordado realizado con las delicadas manos de Luz de Obando.

En mèdio de la imponente ceremònia llega el momento cumbre donde el arzobispo pregunta en puro latìn a Andrès, y uno por uno a los demàs obispos, respectivamente.
-¿Quieres servir como apòstol obispal de el Señor nuestro Dios?.
A lo que Rosillo y los demas, uno por uno, responden tambien en latìn.
-Humildemente sì lo deseo...Humildemente sì lo quiero.
-Entonces recibe èste, el bàculo del humilde obispo con el que forjaràs el camino a Dios, de tus pastores y feligreses...Èsta, la mitra que simboliza el Espìritu Santo siempre contigo...Y èste, el anillo obispal con el que obedeceràs los preceptos de la santa madre iglesia catòlica, apostòlica y romana, representados en los principes cardenalìcios, y su santidad el Papa- dice el arzobispo en latìn mientras que el obispo ordenado recibe su bàculo, se deja colocar su mitra en la cabeza; y por ùltimo el anillo obispal en el dedo anular de la mano derecha.
-Acepto con humildad, este bàculo de obispo, la mitra, y el anillo obispal, invocando al Espìritu Santo para que desciènda sobre mis pastores, mis feligreses, y sobre mì, iluminandonos siempre, en el nombre de Jesucristo nuestro Señor, convirtièndome en su humilde instrumento...Amèn- responde Andrès en Latìn, y cada uno de sus compañeros de ceremònia obispal, respectivamente.
El momento es tan emotivo que de los preciòsos ojos marrones de Luz de Obando sentada muy hermosa en las primeras fìlas, bròtan algunas làgrimas silenciosas, pero llenas de orgullo y satisfacciòn por su canònigo. Una vez Rosillo se levanta despues de estar en el reclinatòrio orando ante el Cristo del interior de la catedral, y con las dos corales que no cesan su hermosa mùsica sacra; de la manera màs sutìl y disimulada, Andrès Rosillo hace una mèdio-reverència ante su amada, dandole a entender, que ese gran logro tambien pertenece a ella; que se percata del genuìno detalle y se lo corresponde con el mismo disimulo, moviendo levemente sus sensuàles y brillantes làbios, como quien envìa un amoroso beso en la distancia.
La ceremònia es todo un acontecimiènto, ya que es la primera ceremònia de nuevos obispos en la ciudad, en lo que va corrido de este siglo diecinueve; desde el siglo pasado no se veìan esta clase de eventos religiosos en Santa Fè...Y es por eso que la catedral està hermosamente decorada y repleta de gente.
Luz de Obando està tan elegante y bella, que como siempre ocurre, es imposible que pase desapercibida. Ella se siente muy orgullosa de su obispo, al mismo tiempo que Andrès la observa de reojo, admirando la preciosura de esta mujer que parece haberse bebido toda la fuente de la juventud sin dejarle ni una gota a nadie; porque el nuevo obispo cae en cuenta de que su escultural y juvenil propietària, està tan hermosa como cuando se enamorò de ella, siendo apenas una jovencita de diecisiete años de edad, en Simacota. Y desde entonces, durante todos estos años, los dos se han acostumbrado y se han tolerado mutuamente, con sus defectos y virtudes, en una complicidad tal, que practicamente ambos se alejaron de las familias Rosillo y Obando, para que jamàs se despertaran suspicàcias, ni se realizaran juzgamièntos o censuras de indole familiar. Por eso en esta ordenaciòn de obispos, el unico familar presente del obispo Rosillo, es su sobrina Luz; en un dìa inolvidable y conmovedor para ambos.

Despues de nueve años que lleva Andrès como rector del colegio Santo Tomàs, y Luz de Obando como "la rectora"; el relevo debe producirse; pues todo un obispo no puede ejercer como rector de enseñanza escolar, ya que hay que asumir responsabilidades màs grandes. Es por ello que el episcopado le ha otorgado al nuevo obispo Andrès Rosillo, su primera capellanìa provincial: Su tierra natal...El canònigo es el nuevo obispo de El Socorro, y allì deberà llegar a la mayor brevedad para encargarse de dirigir a los pàrrocos e iglesias de esa regìon que comprende El Socorro, Simacota, pueblos intermedios, parròquias vecinas, y capillas de veredas circunvecinas; todas manejadas desde El Socorro por el obispo Rosillo.

Los alumnos del colegio Santo Tomàs se encariñaron tanto con su vanguardista rector y su "rectora", que les organizan una despedida llena de fiesta y nostalgia. Andrès y Luz tambien se ponen tristes y no es para menos; han sido nueve años que dedicaron a transformar esa instituciòn que antes de la llegada de ellos, no gozaba precisamente de muy buena fama. Mientras que hoy dìa, es una de las màs respetadas de esta Santa Fè colonial, pagana, y horriblemente frìa...Nueve años en los que el canònigo y su marquesa conocièron de punta a punta la idiosincràcia santafereña, sus habitantes a veces distantes y pedantes; con el què diràn como forma de vida, pero en el fondo gente inocente y buena...Nueve años en los que Luz de Obando y Andrès Rosillo se han seguido amando secretamente, contra viènto y marèa.
-Colegio Santo Tomàs: Todos y cada uno de mis alumnos, estaràn siempre en mis oraciònes!- exclama Andrès ante los conmovedores aplausos que lo despiden a èl y a su sobrina, que tambien recibe una calurosa ovaciòn de hasta siempre; con las làgrimas de algunos alumnos que convirtièron a su entrañable y escultural "rectora", en su màs silencioso amor platònico masturbatòrio.
"Luz de Obando; puterìa de hembra; soberana hada de lascìvia"; piensan esos alumnos enamoradizos, observando por ùltima vez a su imponente y severa "rectora", que demora màs de dos horas despidièndose, porque ella decide hacerlo, dandole beso en la mejilla, a cada uno de los doscièntos estudiantes, sin excepciòn, del colegio Santo Tomàs, que siempre la llevaràn en el corazòn; ya que a pesar de su fuerte caracter, su fèrrea autoridad, y sus estrictos castigos; se sienten como los alumnos màs privilegiàdos que siempre seràn catalogados, los primeros alumnos en la historia de la Nueva Granada, estudiantes de un colegio de varones con prefecto de disciplina, mujer; y eso los llena de orgullo y satisfacciòn.
En el gran portòn del plantel educativo, tres carruajes parqueados, replètos de equipaje, conforman la caravana en la que viajaràn desde Santafè de Bogotà hasta El Socorro, el ahora obispo Andrès Rosillo, y su sobrina. Finalmente Luz y Andrès suben al carruaje principal, y se marchan del colegio Santo Tomàs para siempre; con el fondo musical de ochenta mandolinas que son tocadas por los estudiantes que les cantan murgas y estribillos, deseàndoles lo mejor. Los carruajes comienzan su marcha en una tarde gris y densa.
Ya en el interior del carruaje principal; desde afuera no se observa nada, porque Luz y Andrès deciden soltar las cortinillas tapando las pequeñas ventanas.
-Siento como si nos hubièran despedido cantando, doscièntos hijos tuyos y mìos- dice Andrès en susurro con sus ojos aguàdos, en el interior del carruaje donde èl y Luz pueden conversar tranquilamente en la privacidad de ese rùstico transporte, y sin ser escuchados por nadie; de un tema que hasta ahora ninguno de los dos se atrevìa a tocar, por tabù, por verguènza, por temor, o por lo que fuera.
-Doscièntos hijos- suspira el prelado...-Darìa mi obispado y todo lo que tengo, por que me dièras tan solo uno; mi adorada faraòna- dice Andrès gimièndo, recostando su cabeza en el hombro de Luz mientras ella le acarìcia el rostro...-Pero mi semilla no sirve, mi amada.
-¿Y què mèdico te dijo eso?- pregunta Luz consintièndo a su sensible canònigo.
-Ninguno...Pero no se necesita ìr ni siquiera donde el mejor de los mèdicos, para saber que soy un simple cura enamorado...Pero esteril...Es algo que asumì en silencio desde hace años...Antes de tì, tù sabes que hubo otras mujeres, y con ellas tampoco afrontè ninguna paternidad...Soy esteril mi adorada Luz, y te pedirè siempre perdòn por ello- dice Andrès estallando en llanto mientras se refùgia entrañablemente en los firmes pechos de su diosa del alma.
-Calmate mi obispo...Jamàs te he exigido nada...No tienes por què ponerte asì; ni pedirme perdòn de nada...Tù sabes que yo te acepto tal y como tù ères; esteril o no; mi amor por tì es incondicional...Asì que sequemos esas làgrimas; y màs bien respondeme una cosa.
-¿Què cosa?- pregunta Andrès mientras Luz le seca con sus manos, las làgrimas.
-¿Y si la esteril fuera yo?- pregunta Luz secamente pero mirando con profundidad a los ojos de Andrès...-Si te sirve de consuelo, siempre he pensado que la esteril soy yo.
-¿Por què lo afirmas de esa manera?.
-Porque los años me han enseñado, què desde que perdì mi virginidad a los catorce años de edad; hasta hoy; esta bella flor, es hermosa, pero no da frutos- termina de decir Luz, con una entereza admirable; ya que si ella fuera una mujer de caracter debil; no serìa capàz de reconocer algo que la atrasadìsima ciencia mèdica de este siglo diecinueve no es capàz de diagnosticar, ni de afrontar, ni de curar.
Pronto el llanto silenciòso de Andrès, se va convirtièndo en una tìmida risa.
-Todo parece indicar, que tù y yo somos una partida de estèriles sin remedio- dice Andrès.
-No, mi abate- dice Luz con gran seriedad...-Lo que todo parece indicar; es que nuestro amor es bendiciòn; aunque no tengamos hijos; nuestro amor es un culto a Dios; a nuestra manera unica e intimamente mùtua; pero es un rìto al Señor de todos los universos- dice Luz con la seguridad màs romantica y categòrica que conmueve a Andrès hasta lo màs visceral de su ser.
-Por eso tù, mi sagrada Luz de Obando; con hijos o sin hijos; siempre seràs mi màs pura eucaristìa- dice el obispo con su voz entrecortada...Y despues sin medìar palabra, ambos se dan el beso màs apasionado, mientras el carruaje cubierto, bien cerrado, y con sus cortinillas oscurecièndo el interior; aprièta el paso, gracias a los cuatro caballos que lo jalan, y que es conducido por un experto cochero que va sentado en el sillìn del exterior...Andrès recuesta a Luz en su pecho, mientras por un ojal de las cortinillas se observa pura sabana verde, que indica que el carruaje ya està salièndo de la pequeña Santafè de Bogotà, rumbo a El Socorro.

Mientras tanto los tentàculos adinerados de Francisco Rangel que finàncian parte de la corrupciòn ramplante de las autoridades españolas en sus colònias de Amèrica, y en este caso especìfico, en el Nuevo Reino de Granada; logran llegar hasta el supremo tribunal: LA REAL AUDIÈNCIA; para presentar denuncia formal por el delito de adultèrio en su encìso de abandono de hogar, en la persona bautizada con el nombre cristiano de Luz de Obando.
Francisco Rangel se presenta con su traje màs elegante; y todos los magistrados de la Real Audiència estàn reunidos en pleno.
-Agradezco a sus excelèncias, el que se hayan tomado el trabajo de estudiar mi caso, que lo unico què busca, es que se haga justicia con mi nombre y mi honor de caballero que estàn manchados desde hace ya vàrios años. Dios ilumine y bendiga a la Real Audiència, y a sus honorables y siempre sàbios magistrales- dice Francisco mientras cada uno de los magistrados lo escucha, a la vez que estudian los escritos del caso, sin quitar la mirada de los papeles.
...-Desde entonces mi legìtima esposa se encuentra bajo la protecciòn familiar y tutorìa espiritual de su tìo: Su reverència el obispo Andrès Rosillo.
Uno de los miembros levanta su mirada dirigièndola a Francisco, e interroga.
-Si su honorable esposa, convive con un familiar de ella, que es un alto jerarca de la santa madre iglesia; no es atrevida la acusaciòn de adultèrio?- pregunta el magistral, ante la mirada de los demas magistrales que ahora sì observan a Rangel, al que se le nota la vejez de una vida desperdìciada en estupideces como el honor.
-Con el debido respeto; recuerdo a este màximo tribunal, que mi esposa al abandonarme, tambièn violò el derecho de potestad matrimonial- dice Francisco apoyandose en el fino bastòn que utiliza desde hace algùn tiempo.


EL DERECHO DE POTESTAD MATRIMONIAL; es una ley de la colònia, despòticamente machista; ya que consiste en que las mujeres de esta època, no tienen ningùn derecho a la independència ciudadana, porque toda mujer sin importar su edad, ante la ley es menor de edad siempre, y por consiguiente no es totalmente responsable de sus actos; sino que està bajo la tutorìa de un hombre. Si es mujer soltera, viuda, o separada legalmente; estarà bajo la tutorìa del padre, hermano, tìo, o cualquier otro familiar masculino de primera lìnea de consanguinidad. Y si es mujer casada estarà bajo la tutorìa del esposo. Por eso jamàs una mujer de esta època podrà responder totalmente por si misma, ya que ninguna mujer es mayor de edad juridicamente hablando...Toda mujer que se respete, tenga alcùrnia, apellidos de pergamino y familia de abolengos; està obligada, literalmente obligada, a tener un hombre que responda por ella. Es decir; en este siglo diecinueve, ante la ley, toda mujer es practicamente y por indiscutible obligaciòn, PROPIEDAD PRIVADA DE ALGÙN HOMBRE...A excepciòn de las monjas, que son propiedad privada de Dios...Las solteronas, que son propiedad privada de los santos...Y las putas, que son propiedad privada del diablo...O de pronto es al revès...Las putas, propiedad privada de Dios...Las monjas, propiedad privada de los santos...Y las solteronas, propiedad privada de quièn sabe què pobre diablo.


Ese es el Derecho de Potestad Matrimonial, que Francisco està reclamando ante el tribunal de la Real Audiència; y despues de una murmorada discusiòn, los magistrales le aceptan la denuncia a Francisco Rangel, considerandola, PROCEDENTE.
-Don Francisco Rangel; este tribunal le recuerda que al considerar la denuncia, aprobada, serà remitida a la màxima autoridad de la Nueva Granada; el virrey Amar y Borbòn. Esto se podrà demorar un largo tiempo; sin embargo, para que el virrey atienda personalmente este asunto, usted comprenderà que el tiempo de su excelència el virrey vale oro...Ahora bien; si a usted le parece inadecuado destinar unos tributos monetàrios al virrey, para que èl le conceda el gran honor de atender personalmente este caso como ùltima instància; entonces la Real Audiència solamente podrìa archivar el caso, y reabrirlo dentro de quince años como mìnimo, para que vuelva a ser estudiado- expone con gran diplomàcia exasperante, otro de los integrantes del solemne tribunal.
-Està bien; estoy dispuesto a pagar al virrey los tributos extras que se requieran; pero por favor, les solicito, les ruego, y les implòro, que mi esposa regrese a mi lado lo màs pronto posible, para que asì yo pueda recuperar mi honor- dice Francisco hastiàdo de que siempre que escala un peldaño en resolver su caso, solamente lo puede hacer a punta de dinero, o de lo contrario no logra nada; ya està cansado de llevar dieciseis años luchando para recuperar por todas las vìas jurìdicas, no jurìdicas, y econòmicas, a su esposa, y a su honor...Inclùso a Rangel se le ha oscurecido tanto el alma durante todo este tiempo; que ya no piensa tanto en hacer todo esto como un acto de justicia, sino como un acto de venganza; pues èl ya considera que Luz de Obando, ademas de acabarle el honor, tambien le destruyò la vida.
-Sea!- dictamina el magistral central de la Real Audiència, dando un sòlo golpè de martillo, cerrando asì la sesiòn. Y despues de que pague los tributos al virreinato del Nuevo Reino de Granada; a Francisco Rangel, solamente le queda esperar otra vez, por un buen tiempo, a que por fin, se le resuelva su situaciòn matrimonial.

Han transcurrido cinco meses desde que Andrès y Luz llegaron a El Socorro, a vivir en la casa obispal donde Andrès controla a los pàrrocos e iglesias de la regiòn, con su eficaz colaboradora y secretaria Luz de Obando; ademas encargada de los "quehaceres domèsticos".
Para la poblaciòn de El Socorro, es todo un honor y toda una bendiciòn del altìsimo, que uno de sus hijos màs "ilustres", "bendita alma noble del Señor", sea el obispo de la regiòn; aunque el pueblo que ha encontrado Andrès en esta ocasiòn, dista mucho de El Socorro de sus años de infància, adolescència, y vacaciònes de juventud...La mayorìa de las familias actuàles son nuevas para èl, y siente cierta nostalgia por ese Socorro del siglo dieciocho que jamàs volverà a repetirse en este siglo diecinueve.
Sin embargo Andrès y Luz no alcanzaràn a cumplir seis meses en El Socorro, porque ahora sì las pruebas son contundentes, los hechos totalmente confirmados; las torturas pudieron màs que las lealtades; y el favorecimiènto del destino, comienza a darles la espalda a la diosa y su canònigo...
Madrugada del diez de octubre de 1.808...Tres de la mañana...Todo un ejèrcito de cuarenta soldados españoles en sus grandes caballos llegan, procedentes de Santa Fè, directamente a El Socorro; rodean rapidamente la casa obispal donde Andrès duerme desnudo placidamente en los brazos de su venerada emperatriz. El sonar de los cascos de los caballos despierta a ambos; alguien golpèa fuertemente en la puerta; y Andrès Rosillo con la primera prenda que se encuentra, se cubre, y se dirige a abrir la puerta mientras que Luz termina de vestirse tambien con cualquier cosa, y luego siguièndo a Andrès, se dirige igualmente a la puerta que vuelve a ser tocada esta vez con màs fuerza. El canònigo rapidamente y sin saber de què se trata, abre la puerta...Los cuarenta soldados españoles son comandados por el coronel Genaro de Salinas...La captura de Andrès Rosillo es inminente...
...-En nombre de su majestad el rey de España, àmo y señor de estas tierras de Amèrica; se ordena la detenciòn de su reverendìsima obispal Andrès Rosillo, quien serà trasladado inmediatamente, bajo estricta custodia, hasta la ciudad de Santafè de Bogotà, para ser sometido a juicio por los delitos de; pertenecer al grupo insurgente de Los Comuneros, rebeliòn contra la corona española, sabotajes, atentados, levantamièntos armados, ideologìa subversiva, publicaciòn de pasquìnes, escritos prohibìdos, y animadversiòn belicosa contra las autoridades españolas de la Nueva Granada- termina de leèr el coronel en voz alta en el momento en que uno de los guardias agarra con fuerza el brazo izquierdo de Andrès...Luz de Obando como la màs furiosa tigresa se avalanza contra el soldado que ha sujetado a Andrès, propinàndole ella al soldado el màs desgarrador rasguño en la cara con un arañazo de sus delicadas, largas pero poderosas uñas, que ponen a sangrar la mejilla derecha del soldado; y los ojos marrones de la esbelta amante se enciènden como la serpiente Còbra Reina màs peligrosa, cuando se trata de defender a su clèrigo; a la vez que otro de los guardias se limita a empujar a Luz alejandola, y dejandola caèr en uno de los sillones de la sala, y luego dos soldados la sujetan de los brazos, mientras ella intenta safarse manoteàndo a dièstra y sinièstra.
-Quitenle las manos de encima a mi sobrina, desgraciàdos chapetònes hijos de putas!!!- grita Andrès mientras todos quedan estupefactos por la reacciòn de todo un prelado...-En el nombre de Jesucristo, nadie toque a mi sobrina- ordena Andrès en voz alta, mientras todos quedan quietos y asombrados ante la amenaza del canònigo...
-Proceda con mi captura si esas son sus ordenes coronel...Pero que ni usted, ni ninguno de sus hombres toque a mi sobrina...Le recuerdo que por màs de que me arresten, yo sigo siendo un pastor de la santa madre iglesia catòlica, apostòlica, y romana...Y si me obligan, excomulgarè a todos y cada uno de ustedes hoy mismo.
El coronel de Salinas, con una seña ordena a los dos soldados que sujetan a Luz, que la suelten; a lo que los soldados obedecen. Andrès abraza a su amada como despidièndose.
-No pierdas la fè, que todo va a estar bien; ademas no puedes olvidar nuestro lema mùtuo: Jamàs nos arrepentiremos de nada- le secretèa Andrès a su amada dueña, que ante la situaciòn se ve tan bella y conmovedoramente impotente; que el canònigo le besa las mejillas secandole a su divina reina, las làgrimas con los làbios. Los guardias españoles se miran entre sì desconcertados, sin saber còmo reaccionar ante lo que estàn observando.
Por tratarse de un sacerdote, la ley española prohibe las cadenas y los grilletes para los representantes de Dios en la Tierra; a Andrès no se le colocaràn ni cadenas, ni grilletes, pero si serà llevado en caballo hasta Santa Fè, en la màs rigurosa custòdia de cuarenta soldados que lo escoltaràn durante el viaje, por delante, por detràs, y por los lados...No tendrà escapatòria por ninguna parte; y cualquier intento de rescate en el camino, por parte de los Comuneros, serìa peligroso para la vida del clèrigo. Son cuarenta soldados porque para los españoles, Andrès Rosillo es uno de los cabecillas y peces gordos de los "atèos" Comuneros.
Mientras el coronel le explica como serà el itineràrio del viaje; Luz rapidamente ayuda a vestir a su abate, delante de todos los soldados que observan como Andrès se coloca su sotana y lleva una pequeña maleta con un par de mudas, y su inseparable bìblia que continua traducièndo en total secreto.
Las autoridades españolas han planeàdo esta captura, temprano a las tres de la mañana, ya que por tratarse de un sacerdote-obispo, lo mejor es no tener problemas con la poblaciòn que podrìan dificultar y oponerse a su captura y salida del pueblo, por solidaridad con el canònigo al que le tienen gran aprècio.
Una vez toda la caravana de soldados españoles està lista para emprender el viaje llevando detenido al canònigo Rosillo; el coronel Genaro de Salinas y sus hombres, tienen que aceptar a regañadièntes, que Luz de Obando como la buena equitadora que ès, viaje con ellos...Pues la dulce amada del obispo Rosillo; se ha montado en su propio caballo, al que le ha añadido una mula con dos baùles preparados con suma urgència por la misma Luz, en donde ha empacado vestuario de ella y Andrès, màs otras cosas primordiales; y marcharà detràs de la caravana militar que lleva arrestado a su clèrigo; en un viaje que serà largo y tediòso...Pero el coronel le advièrte a Luz, que ellos no le garantizan a ella su seguridad, porque las ordenes son custodiar unicamente al canònigo Rosillo...A lo que la impetuòsa amazona hace oìdos sordos; y los acompañarà durante todo el viaje, gustele a quien le guste, y aunque le prohiban a Andrès dirigirle la palabra a su sobrina, y no pueda tener ninguna clase de contacto oral, ni fìsico con ella, durante el largo camino.
-Bienaventurados los perseguìdos, porque de ellos serà el reino de los cielos- dice el obispo Rosillo cuando los cuarenta militares españoles forman dos anillos donde Andrès sobre el caballo que le han asignado, queda en tremenda encerrona...Todos comienzan el viaje rumbo a Santa Fè de Bogotà...Los soldados chapetones rodèan y vigilan al abate pez gordo Comunero, armados hasta los dientes, como si se tratara de un delincuènte peligroso o algo asì.

Despues de seis dìas de viaje; llegan a Santafè de Bogotà, e inmediatamente es llevado a juicio el canònigo Andrès Rosillo, ante el Tribunal Real Penal Militar de la Nueva Granada, que realizarà la unica diligència judicial que existe para los sublevados ante la corona: Corte Marcial. El mismo clèrigo asume su propia defensa ante las contundentes pruebas que lo involucran hasta el cuello. Luz tiene que hospedarse en una pensiòn para señoritas de alta sociedad.
El juicio no dura màs de una semana; y los dones de excelente abogado que tiene Andrès Rosillo, esta vez no le sirven para nada ante las conjeturas, hechos, testimònios de comuneros capturados que son llevados para que testifiquen contra el abate, pero que se les nota a lèguas, a dichos testigos, que tratan de disimular los maltratos, las torturas, vejàmenes, y violaciònes de todo derecho, de que han sido vìctimas...Porque las pruebas màs que contundèntes contra el clèrigo, son practicamente irrefutables y totalmente ciertas. Esta vez el obispo està hundido sin remedio. Los españoles que lo investigaron durante todo este tiempo, supieron armarse de paciència a medida que pasaban los años, e hicieron muy bien su trabajo, aplicando aquèl maligno provèrbio que dice: "El fin justifica los mèdios"; pues al fin y al cabo no les ha importado para nada, ni sienten remordimiènto de consciència alguno por las atrocidades cometidas contra los prisionèros que tuvieron que delatar al clèrigo, hasta el dìa de hoy, cuando la carrera comunera de Andrès Rosillo, recibe su estocada final; a tal punto que ni siquiera la alta cùria se ha hecho presente en el juicio, aunque sea por solidaridad con el prelado; a pesar del gran escàndalo que ha suscitado en Santafè de Bogotà, y gran parte de la Nueva Granada, la captura del canònigo Rosillo; incluso parte de la sociedad todavìa no puede creèr que todo un obispo estè metido hasta el alma, en actividades insurgentes.
La sentencia es implacable; no hay nada màs que hacer; ya todo està consumado.
-El acusado, su reverència Andrès Rosillo, pongase de pie- ordena el presidente de la corte española penal militar de el Nuevo Reino de Granada...Andrès se coloca de pie y se limita a escuchar...La suerte està echada...
-Por los delitos de: Cofundaciòn del movimiento insurgente abominable, Los Comuneros; traiciòn a la corona española; rebeliòn a manera de levantamièntos armados; sabotajes, y ataques a las autoridades españolas que representan a su majestad aquì en tierras de Indias; màs los delitos de ideològia subversiva en apoyo a hostigamièntos y sublevaciònes armadas, publicaciòn de pasquines con escritos prohibidos que atentan contra la monarquìa; y arengas que junto con el apoyo a la lucha armada clandestina y traicionèra, han atentado contra la seguridad de los habitantes de la colonia del Nuevo Reino de Granada, atacando belicosamente la integridad fìsica de toda autoridad legìtima en esta colonia; se declara, CULPABLE, a su reverència obispal Andrès Rosillo; y por consiguiènte se le condena a la màxima pena...La pena de muerte!...Pero acatando y obedecièndo sagradamente el concordato vigente que existe entre su santidad el Papa Pìo Sèptimo, y su majestad el rey de España Fernando Sèptimo; concordato que debe aplicarse como orden, al pie de la letra, prohibièndo la pena de muerte para los representantes clericales de la santa madre iglesia catòlica, apostòlica y romana; a su reverència obispal Andrès Rosillo se le conmuta la pena de muerte, por la pena de reclusiòn perpètua- lee el presidente del tribunal militar, cuando de la manera màs abrupta es interrumpido por los gritos de una mujer desecha, demacradamente hermosa, y nadando en làgrimas.
-Ni pena de muerte, ni reclusiòn perpètua, bèstias miserables, ustedes no pueden hacer eso con un sacerdote de la santa madre iglesia; no tienen ningùn derecho, tribunal de injusticias, diablos de los mil demònios!!!- exclama a gritos desesperados la voz de Luz de Obando que es expulsada de la sala cuando los guardias españoles reciben con una seña, la orden de uno de los militares, para que la saquen del recinto.
Luz forcejeàndo y vociferando es sacada y alejada a la fuerza, de la sala...Se prosigue con la lectura de la sentencia.
-Debido al santo concordato vigente ya mencionado anteriormente, entre la santa sede y la corona española, el acusado, reverència obispal Andrès Rosillo, no podrà cumplir su sentencia en una càrcel normal, por su investidura de sacerdote. Por consiguiènte se condena a su reverència obispal Andrès Rosillo a cumplir reclusiòn perpètua, en el Monastèrio de los Capuchinos, aquì en esta misma ciudad...Reclusiòn perpètua que comiènza a partir de la fecha...Dios tenga piedad y misericòrdia de su reverència Andrès Rosillo, que ha perdido su libertad, por el resto de su existència...Comuniquese publicamente y cumplase desde ya...Sentencia proferida por el tribunal Real penal militar de Santafè de Bogotà en la Nueva Granada, en corte marcial que culmina dicho juicio contra el acusado, reverència obispal Andrès Rosillo; a los 29 dìas del mes de octubre del año 1.808...En nombre de su majestad el rey, enviado directo de Dios para salvaguardar las colònias en Amèrica!...Notificàndosele oficialmente al condenado- termina de leèrse en voz alta, sin apelaciòn de ninguna ìndole.
Andrès es sacado y llevado, desde la sede del tribunal, hasta el Monastèrio de los Capuchinos que queda a cuatro cuadras de allì; y practicamente sometido al escàrnio pùblico, porque los habitantes de Santa Fè se aglomeran alrededor para ver al obispo que es llevado fuertemente escoltado por vàrios soldados españoles; dos de ellos sujetando por los brazos, al clèrigo, a quien conducen hasta el monastèrio...
Y de quièn sabe dònde, aparece Luz de Obando entre la multitud, avalanzàndose contra el canònigo a quien abraza del cuello con todas sus fuerzas...
-Tranquilo mi canònigo, que de esta tambien saldremos- le dice Luz demasiado angustiada y en voz baja.
-Te amarè perpètuamente; mi màs sagrada virtud- le dice Andrès en voz todavìa màs baja, entrecortada, y que le sale desde lo màs profundo de su ser, secreteàndole al oìdo. Pero es lo unico que alcanzan a decirse porque uno de los guardias safa a Luz del cuello de Andrès, y tomandola del brazo practicamente la obliga a incorporarse nuevamente dentro de la multitud de curiosos. Luz con gran agilidad logra abrirse pàso para seguir aunque sea un poco de lejos, el trayecto de Andrès que junto con los soldados españoles que lo custòdian, llegan al antìguo portòn del Monastèrio de los Capuchinos; se àbren sus puertas, y los soldados hacen entrega del obispo a unos monjes que lo reciben; Andrès es recluìdo en el monastèrio; los monjes Capuchinos vuelven a cerrar sus clàsicas puertas, y los soldados españoles se dispersan rapidamente para montar guardìa dìa y noche, todos los dìas, en las afueras del monastèrio...Quince soldados montaràn guardia permanente, rodeàndo todo el exterior del monastèrio; con la orden tajante de disparar a todo lo que intente huìr por alguno de los muros del monastèrio. Los monjes se abstìenen de protestar, ya que los soldados realizan toda su guardia, pero por fuera del monastèrio.
Al cerrarse el gran portòn del monastèrio, Luz de Obando en la desolaciòn màs deprimente, estalla en llanto y se derrumba como la mujer màs desamparada y solitaria sobre la faz de la Tierra; y siendo la fièl fèmina de espìritu suceptible que siempre ha sido, se sienta en plena calle; recostada en el portòn del Monastèrio de los Capuchinos, llorando desconsoladamente cual si fuera la màs abandonada de las princesas, sintièndose "tan poca cosa", y sin importarle en lo absoluto el aguacero que comienza a caèr sobre la frìa ciudad, como si los àngeles lloraran la suspensiòn tan brusca, del màs largo y hermoso de los romances clandestinos entre un arcàngel emperatriz divina, y un canònigo que lo unico que desea en estos momentos es morirse en los brazos de la unica marquesa que logrò enseñarle lo que significa, el amor perpètuo.

Dìas despues; Luz de Obando, por ser la sobrina y unica familiar que se le conoce al abate, es autorizada para que lo visite un dìa a la semana; el dìa domingo. Entonces convirtièndose en costumbre forzada, cada domingo Luz prepara viandas y pasteles en la cocina de la pensiòn de señoritas ilustres donde està vivièndo...Despues de preparadas, las echa en una canasta y se va durante todo el dìa, a hacerle la visita supervisada a su canònigo, en el monastèrio. Andrès la recibe cada ocho dìas en su simple celda capuchina, con gran beneplàcito, tratando siempre de disimular la gran tristeza que le ha producido su encièrro perpètuo...Aunque no puede ser visita conyugal porque siempre estàn vigilados por los monjes, a los que Luz tambien obsequia viandas y pasteles; ella y el prelado tienen que inventarse practicamente un còdigo privado de señas para mirarse enamoradamente con disimulo, hablarse con los silencios y los suspiros, resignados a lo que les depare el destino; hasta los gèstos adquieren un significado especial para los dos. Mientras, los monjes van abonando buena fama, por la buena cocina de los pasteles, galletas y viandas de la sobrina del obispo Rosillo, que ellos ya asumen, que les llegarà sagradamente, todos los domingos.

Octubre del año 1.809, Andrès Rosillo llega a sus cincuènta y uno años de edad, su primer cumpleaños en prisiòn, y a punto de cumplir su primer aniversario de reclusiòn perpètua. El domingo correspondiènte a esa semana de cumpleaños, Luz llega al monastèrio con soberano ponquè gigante que demorò cinco dìas preparàndolo con dulce esmero; y en una muy discreta tertùlia, dadas las circunstàncias, junto con los monjes Capuchinos, le celebran al canònigo su mèdio siglo de vida. Luz consiènte y le hace mimos a su tìo, cuya tristeza y depresiòn son cada vez màs evidentes; pero no es fàcil animarlo.
-Creo que soy el unico obispo del mundo, que no ha podido ejercer su obispado como tal; ya que solamente fuì obispo en ejercìcio de mis funciònes, por poco menos de seis meses- dice el abate mientras se despide de su sobrina; pues la visita dominguera es en estricto horario Capuchino de nueve de la mañana a tres de la tarde.
-Prohibido rendirte, prohibido claudicar, prohibido olvidarme- le dice en voz ìntima Luz, con la unica intenciòn de que solamente sea escuchada por Andrès y nadie màs...

-Los Comuneros y demàs indepèndentistas han hecho golpes victoriosos en algunas provìncias; pero recuerda que asì como todos los Comuneros son indepèndentistas; no todos los indepèndentistas son Comuneros- termina de decirle Luz a su clèrigo mientras un monje les interrumpe, recordandole a la sobrina del canònigo, que ya es hora de que ella se marche.

Y como los males no llegan sòlos, ahora el turno es para la misma reina de corazones del obispo recluso...
En Noviembre de 1.809 la corrupciòn ramplànte de las autoridades españolas a todo nivel; lògran poner en jàque a la bella dama; y esta vez tambien la justicia volverà a ser implacable. Francisco Rangel desperdiciàndo valiosa parte de su vida en un maldito honor que solamente existe en su cabeza, y dilapidando su fortuna sobornando chapetones a dièstra y sinièstra, logra lo que parecìa imposible hasta el momento:

LA REAL AUDIÈNCIA; màximo tribunal de su majestad el rey de España don Fernando Sèptimo, en esta tierra bendecida de la Nueva Granada, con base en Santafè de Bogotà; ordena:
Apresar a la ilustre dama de sociedad, doña Luz de Obando, para que sea llevada a juicio, a responder y rendir descargos por los delitos familiares de, abandono de hogar y violaciòn al derecho de potestad matrimonial contra el afectado y legìtimo esposo de la mencionada, señor don Francisco Rangel...Cumplase a la mayor brevedad.

Y preciso un domingo cuando Luz se dirige con su canasta de pasteles y viandas, al monastèrio de los Capuchinos, para visitar a su abate; caminando a una cuadra de haber salido de la pensiòn, es detenida por dos guardias custòdios del tribunal; y dos dìas despues es llevada a juicio ante la "sagrada" Real Audiència, plagada y carcomida por la putrefacta corrupciòn; a tal punto, que en esta ocasiòn el màximo tribunal serà presidido por el mismìsimo virrey de la Nueva Granada en persona: Antonio Amar y Borbòn. Esta vez Luz de Obando està sola contra el mundo; y con su clèrigo cumplièndo cadena perpètua...

En esta ocasiòn la divina marquesa tendrà que arreglarselas solita.
En el lujoso recinto magno de la Real Audiència tambien se encuentra Francisco Rangel elegantemente vestido, esperando con actitud de digno y cara de esposo abandonado a que se haga justicia a su favor, en esta la ùltima, màs digna, y màs alta instancia a la que puede llegar un proceso judicial en el Nuevo Reino de Granada.
Luz es llevada a la bella sala de audièncias, con cierto respeto y delicadeza, pero como si se tratara de una peligrosa delincuènte o algo por el estilo...De entrada se encuentra con Francisco Rangel, al que no veìa desde hace años; ella lo ve envejecido, amargado, y lleno de resentimientos.
-Esposa mìa; te ves muy hermosa como siempre- le dice Francisco.
-Y usted se ve muy rencoroso como siempre- responde Luz con gran frialdad; cuando de repente uno de los guardias anuncia en voz alta.
-Todos de pie...Su excelència virreinal Antonio Amar y Borbòn!- pronuncia el guardia, a la vez que todos se colocan de pie inclinando la cabeza en señal de respeto al virrey que se dirige al sillòn principal y se acomoda; a la vez que revisa unos pergaminos que èl ya ha estado estudiàndo con anterioridad. Luego levanta su mirada, y con sus ojos penetrantes observa en el banquillo de los acusados a Luz de Obando, como reconocièndo en ella la belleza de la que siempre le habìan hablado y que escasamente habìa podido apreciar de manera fugàz, hace menos de un año en la catedral durante la ceremònia de graduaciòn de obispos de Rosillo.
Se inicia la sesiòn; se escuchan los descargos enagenados de Francisco Rangel...Luz solitaria, unicamente atina a defenderse casi que de manera infantil, con los argumentos rebuscados de las costumbres pecaminosas e impùdicas de Rangel. Ella no ha tomado consciència de que ante el virrey y la Real Audiència, el abandono de hogar, y la violaciòn al derecho de potestad matrimonial son delitos graves pertenecièntes a los cànones del adultèrio.
El juicio no dura màs de dos horas, donde los animos nunca se caldean, por el respeto que el virrey inspira. Amar y Borbòn trata a Luz como la gran dama glamourosa que ella ès, incluso en situaciònes dificiles como esta; y hasta trata de terciar con ella.
-Doña Luz de Obando, le ofrezco una de dos opciònes; usted escoge: La primera; la reclusiòn en un convento hasta que usted enmiènde su error y su violaciòn al derecho de potestad matrimonial, reconocièndo en su esposo don Francisco Rangel, su legìtimo protector como señora ilustre que usted ès, y encargado de responder por usted a todo nivel...
O la segunda opciòn; que usted como la mujer respetable e inteligente que ès, enmiènde su abandono de hogar, regresando inmediatamente al lado de don Francisco Rangel, reponièndole su honor desechado, y permanecièndo al lado de èl como su legitima esposa, con todos los derechos y deberes conyugales, hasta que la muerte los separe; tal y como se los dictaminò a ustedes dos, el padre Andrès Rosillo, el dìa que los casò. Y si usted escoge està segunda opciòn, le puedo asegurar digna señora, que yo en mi alto fuero de virrey y màxima autoridad de el Nuevo Reino de Granada; me comprometo a darle su libertad inmediatamente, doña Luz de Obando; archivando este juicio para siempre...Le repito que usted escoge, distinguida señora de Rangel- termina de proponer el virrey con una tensa calma, una falsa diplomàcia, y una sincera caballerosidad y sarcasmo. Todo el recinto permanece en silencio, y todos ponen sus ojos expectantes en Luz, a la espera de su respuesta; no sin antes, ella mira por unos segundos a Francisco, con ràbia y arrogància...Finalmente suspira profundo y da su respuesta con respeto pero tambien con entereza al tribunal de la Real Audiència y el virrey Amar y Borbòn.
-Su excelència virreinal; agradezco su buen trato para conmigo, y las opciònes que me brinda para resolver de una vez por todas esta situaciòn...Pero jamàs yo podrìa regresar al lado de un hombre que nunca he amado, no amo, y jamàs amarè...Y que màs que respeto, sinceramente me inspira una profunda làstima...Esa es mi decisiòn, y quedo a disposiciòn de lo que su gran merced y la Real Audiència sentèncien para mì; pero me es humanamente imposible regresar al lado del señor Francisco Rangel.
-¿Està completamente segura de su escogència doña Luz?- pregunta el virrey.
-Completamente segura su excelència.
El virrey ahora observa a Luz, con una mezcla de desconcierto y admiraciòn.
-Solamente una ultima pregunta doña Luz- interroga el virrey...¿-Si nunca lo amò; entonces para què se casò con èl?.
Un mutismo triste se apodera de Luz, ocultando sus verdaderas razones que jamàs revelarà por su amor a Andrès.
-Errores de jovencita, su excelència; errores malditos de jovencita- dice Luz escuetamente y con sus ojos aguados.
Otra vez el silencio se apodera del lujoso recinto mientras el virrey observa a Luz, con malìcia, pues èl ya sospecha muy seguro, de que ella està ocultando algo que nunca revelarìa ni aunque la mataran. Entonces resignado; el virrey Antonio Amar y Borbòn, dicta sentencia.
-En mi calidad de virrey y màximo rector de las buenas y sanas costumbres de la Nueva Granada, esta Real Audiència condena a la distinguida dama y señora doña Luz de Obando, a la pena de reclusiòn indefinida en el convento de las monjas Clarisas ubicado en esta misma ciudad de Santa Fè...Hasta que la condenada decida enmendar sus delitos de familia y hogar, regresando por siempre al lado de su esposo don Francisco Rangel...Hasta entonces, una vez la acusada ingrese al interior de dicho convento, jamàs podrà huir de allì; so pena de ser excomulgada en nombre del Dios Todopoderoso; y exclusivamente podrà salir de dicho clàustro, cuando ella cambie su actitud equivocada y decida regresar a su legìtimo hogar, al lado de su caballero respetado y legìtimo esposo, señor don Francisco Rangel, a quien deberà ser entregada doña Luz, el dìa que ella decida salir del convento para ser nuevamente la digna esposa y devolverle asì el honor, a don Francisco Rangel...Se cierra la sesiòn y se cierra el caso!- termina de sentenciar el virrey.
Despues Luz es sacada del palacio de justicia de la Real Audiència, y la suben a un carruaje de custòdios que la llevaràn hasta el convento de las Clarisas a purgar su pena en total encierro, solitaria y aislada en una celda religiosa frìa y austèra.
En esta època, la excomuniòn es considerada tan grave, que a quien se excomulga, ya no se le trata como ser humano, sino como el màs miserable animal, la peòr alimaña, o la màs desgraciada piedra; y pierde absolutamente todos los derechos y protecciònes ante las leyes judiciales, las leyes patrimoniales, y las leyes sacramentales; por eso Luz se toma muy en serio, aquello de no fugarse del convento so pena de ser excomulgada.
Igualmente en este siglo diecinueve no existen las càrceles para mujeres; motivo por el cual toda mujer que delinque y es condenada a pagar càrcel, o es privada de la libertad, tiene que hacerlo en instituciònes religiosas que por lo general son conventos.

Dentro del carruàje custòdio que la lleva al convento, a que la encierren indefinidamente; Luz de Obando llora, màs que por la condena; por la profunda tristeza que le produce el que la separen tan miserablemente de su canònigo; ya que ni siquiera le permitièron que se despidiera de èl, aunque fuera con una simple nota escrita; le negaron hasta ese simple derecho.
Francisco Rangel, se va de Santa Fè terriblemente decèpcionado y deshonrado; pues de nada valièron tantos años mal gastados, tantos dineros sobornados, y toda clase de vericuètos legales y no legales para recuperar a su esposa, si ella ha preferido que la encièrren, antes de cualquier cosa. Francisco con el veredicto ya dictado por el virrey, y lo que su esposa habìa declarado en el juicio y dicho de èl; llena de ràbia aùn màs su corazòn, comenzando a profundizar el màs maligno odio por su legìtima esposa.
"Luz de Obando; por enesima vez te has cagado en mi honor, y eso no tiene perdòn de Dios", se repite a si mismo una y otra vez Rangel, mientras su alma se va envenenando con el màs peligroso aborrecimiènto por la mujer, segùn èl, causante de todas sus deshonras y desdichas.


Al llegar al convento, prisionèra, Luz de Obando es recibida por la madre superiòra, que la trata con una mezcla de respeto pero tambien de severidad. Luego las monjas la trasladan a la celda tènue que serà su nuevo hogar; y la madre superiora le explica y le obliga a aprender de memòria el estricto reglamento del convento; los pocos derechos y los muchos deberes que ella tendrà que cumplir; reglas como despertarse a las cuatro de la mañana a obligatòrio rezo del rosario; prohibiciòn total de deambular por el convento, salvo de la celda a la capilla para los rezos del rosario; prohibiciòn estricta de congenìar con las monjas; solamente podrà pedir lo que necesite, o hablar, con la madre superiora y con nadie màs; prohibido toda clase de maquillaje; que a Luz no le hace falta para nada, porque hasta con la cara completamente lavada se ve hermosa; lo que algunas monjas espantosamente fèas tàchan de, belleza diabòlica...Luz es obligada tambien a realizar asèo impecable de su respectiva celda y sanitàrio, a los que se les pasarà revisiòn tres veces por dìa; y si Luz se revela podrìa ser enviada a una celda calabozo de castigo y meditaciòn; y si todavìa se rebelara màs, entonces la expulsiòn del convento a la fìsica calle, y fulminantemente excomulgada...

Al entrar al convento, se le exige a Luz que se desnude, y se le decomisa la ropa que tràe puèsta; se le hace prohibìcion severa de usar la elegante ropa a la que ella està acostumbrada; por lo que la divina dama solamente podrà usar las mantas grises y enterizas que le dan las monjas, y que le cubren todo el cuerpo, como si fuera un fantasma en pena; el cabello siempre recogido y cubierto con una pequeña gorra del mismo color; mantas de tela simple, exactamente iguales que le dan las monjas, por tratarse de una reclusa.

El destino parecièra haberse encizañado contra Luz de Obando y Andrès Rosillo...Ahora ambos estàn privados de la libertad y distantes el uno del otro...El canònigo preso en el monastèrio de los Capuchinos, y su adorada, presa en el convento de las Clarisas.
El obispo Andrès es informado de todo lo que ha sucedido con su sobrina; y entra en un ataque de intensa ìra y dolor.
-Yo te maldigo Francisco Rangel...Estès donde estès yo te maldigo y te excomulgo por siempre, hijueputa Francisco Rangel...Mal parido sea todo tu estupido honor, gamonal de los infiernos!- grita encolerizado una y otra vez, Andrès, hasta que unos monjes entran a su celda y le dan a beber aguas con plantas somniferas, para que duerma profundamente. Y efectivamente el clèrigo duerme placidamente un dìa entero; pero al despertarse entra en el mutismo màs depresivo, el letargo màs lastimoso, y la tristeza màs desoladora. Algunos monjes intentan dirigirle la palabra, pero el abate con sus ojos ìdos, observa el piso, sin levantar su mirada...Y sin responder absolutamente nada.
-Es como si su reverència se hubiera ìdo de este mundo, dejandonos su cuerpo latièndo- dice desconcertado el monje superior, cuando intenta frustradamente con una cuchara, darle algunos sorbos de caldo al canònigo y adulterino, que lleva dìas enteros sin querer probar bocado alguno...Sus fuerzas se debilitan, y la desesperanza lo embarga; porque el obispo puede soportar todo el daño que le hagan a èl; pero es incapaz de soportar tan siquiera un segundo, que le propinen daño alguno a su reina de amor, a la luz de su existir, a su capilla eròtica. Llega un momento en el que para no permitir que su salud alimentìcia se continùe afectando, a Andrès los monjes practicamente le tienen que meter los alimentos en la boca, y luego presionarsela con maña para que mèdio los mastique y los pase...Andrès Rosillo devastado, està dispuesto a dejarse morir de inaniciòn; pero los monjes Capuchinos que le tienen aprècio, no se lo van a permitir...Pierde peso, se deja crecer la chivera, y pasa los dìas enteros, acostado sin mover ni un dedo; ni siquiera volviò a dictar las clàses de francès que le dictaba a algunos monjes.
El monje superior del monastèrio, trata de animarlo un poco, al hacerle saber que se hizo una gestiòn para que Rosillo y su sobrina intercambien correspondència que serà llevada y recogida por dos monjes que iràn del monastèrio al convento, y del convento al monastèrio, una vez por semana...Pero hasta eso fracasa, porque Luz y Andrès no se arriesgan a intercambiar cartas de amor..."Serìa muy arriesgado, porque donde la correspondència fuera violada, saldrìa a la luz pùblica, uno de los romances màs secretos de la colònia"...piensa el canònigo con malìcia en mèdio de su profunda depresiòn...Atarìan conjeturas y suspicàcias, que podrìan ser una trampa para que tanto su amada como èl, muerdan el anzuèlo; y por eso el clèrigo por fin vuelve a hablar despues de vàrios dìas de silencio voluntàrio, pero solamente lo hace para agracerle al monje superior la gestiòn realizada; porque èl no se atreverà a escribirle ni una letra a su veneraciòn divina...Y como el pacto tàcito màs leal, Luz tampoco se atreve a escribirle ni una palabra a su prelado del alma al que extraña màs y màs cada vez que respira...Ambos se cuidan mutuamente de no dejar escritos de ninguna ìndole que delate su romance...Son tiempos dificiles, y no se puede confiar en nada ni en nadie por màs amable y comedido que parezca.

En el convento Luz tambien permanece muy tranquila pero pusilànime, encerrada en su celda. A la divina marquesa, le preocupa màs la soledad de su obispo, que la suya propia.

Desde la captura del prelado en El Socorro, han transcurrido los veinte meses màs largos en la vida de Andrès Rosillo y Luz de Obando...Pero hasta hoy; 19 de Julio de 1.810; porque este serà el ùltimo dìa en que reinarà la tranquilidad en el monastèrio de los Capuchinos, el convento de las Clarisas, Santafè de Bogotà, y la Nueva Granada. El universo ya està perfectamente confabulado para lo que ha de ocurrir. Cuando la historia decide producirse, no hay poder humano que lo impida; pero sì hay muchos poderes humanos que la protagonizen. Luz y Andrès ni se lo imaginan; nadie lo imagina en todo el Nuevo Reino de Granada porque las cosas se daràn espontàneamente por bendiciòn de la divina providència. Al canònigo Andrès Rosillo ni siquiera se le pasa por la cabeza, que el sòlido grano de arena que èl sembrò en sus años mozos indepèndentistas, y continuò cultivando en su adulta vida clandestina de Comunero, por fin darà sus frutos, que a su vez se uniràn a otros frutos tambien de fuerzas humanas de una naciòn, a punto de parir la màs caòtica sinfonìa de libertad desesperada, sediènta de profundos cambios a todo nivel.
Andrès Rosillo, que por pena profunda de amor, se ha convertido en pastor de poca fè; no se imagina que el Dios a quien le ora de manera consciènte y hasta inconsciènte, ha decidido, que el abate vuelva a ser el trono de su diosa eròtica; el tallo del jazmìn de su dueña estilizada que imponente volverà a unir su orquìdea negra vaginal, con su unico y màs leàl esclàvo de adoratrìz; que regresarà ante su institutrìz de Èros, angelical, pudorosa, luz y oscuridad, luna y sol, armonìa y melodìa, galàxias y universo, Adàn y Eva, Zèus y Apolo, Isis y Osiris, Agar y Abraham, Magdalena y Jesùs, Cleopatra y Marco Antonio, Papiza y Papa; Luz de Obando y Andrès Rosillo en la danza copulada màs celestial que solamente puede inspirar la vènus perpètua neogranadina de divina conscupiscència en catedral primada llamada Luz de Obando...La unica persona sobre la faz de la Tierra; que le pondrà unas àlas màs grandes a su abate, para que ambos vuelen mucho màs alto; la unica reina que le devolverà a su obispo, la gran fè perdida; y que le regresarà a su prelado, la inspiraciòn bendecida...Luz de Obando, la unica puta liturgica, dama angelical, y diosa subliminal, que a su Andrès Rosillo, resucitarà con la fuerza màs descomunal.
"Oh! mujer de adoraciòn multiorgàsmica; no vuelvas a intentar enseñarme a vivir sin tì; porque prefiero ser tu esclàvo por siempre".

Mañana serà otro dìa; totalmente diferente y convùlsionado; en el màs fenomenal, iluminado, y maravilloso poder de la oraciòn.


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
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