viernes, 21 de septiembre de 2007

EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS (CAPÌTULO 1)


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
ES UNA OBRA DEBIDAMENTE REGISTRADA.
COPYRIGHT BY: JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ

Dedicatoria: Al amor libre.


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS

NOVELA ORIGINAL DE: JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ.

CAPÌTULO 1

...-¿Por què en vez de estàr disfrutando de tus veinticuatro años de edad, te interesa màs saber cosas de un viejo aburrido como yo?-pregunta Andrès al joven sacerdote Nicolàs que le responde amable: -No su reverendìsima; todo lo contrario; si yo he venido desde tan lejos a conocer de su vida es porque le tengo admiraciòn; usted es uno de los abanderados de la independencia de nuestra Gran Colombia.
Luego son atendidos con unos vinillos caseros para que el dialogo dè paso a la desparpajada sinceridad de los dos sacerdotes, y asì evitar que la diferencia generacional filtre las cohibiciònes.

Es aquèl Agosto de 1.835, en la rùstica casa de campo donde vive el canònigo anciano que yace enfermo recostado en su sillòn. La esclava que lo atiende es una bella mulata ardiente a la que Andrès le sonrìe picaronamente pero al mismo tiempo, distante y comenzandose a ensimismar en sus recuerdos y pensamientos. El concierto de los turpiales ambienta el entorno campestre enmarcando asì la solitaria vejèz del canònigo Andrès Rosillo que ha sido interrumpida por el inquieto sacerdote Nicolàs.

-¿Y tù quieres saber, que estaba haciendo yo el veinte de Julio de 1.810?-pregunta Andrès.
-Sì...Quisiera saber eso y muchas cosas màs que se rumoran de usted, Don Andrès Marìa Rosillo y Meruelo-contesta Nicolàs de manera tajante pero afectuosa.
Andrès sonrie maliciosamente mientras que Nicolàs golpea con leves palmaditas la espalda del canònigo que parece atorarse con esos cortos pero picantes ataques de tos que a veces le dan de un momento a otro, y que enrojecen su rostro como si fuera a estallar.

-¿Su reverendìsima sabe que a usted le tienen el apodo de, "El Martìn Lutero de las Amèricas"?-pregunta Nicolas..
-Sì; lo sè; y me causa mucha gracia...Creo que no le lleguè ni a los tobillos a Lutero-responde Andrès mientras que la tos se le convierte en una simple risa.
Nicolàs saca del bolsillo de su sotana una pequeña libreta, dispuesto a tomàr apuntes...

-No, y no, padre Nicolàs...Decidì recibirlo para que tengamos una charla; y no para dictarle el diario de mi vida
.

Nicolas guarda en su sotana la libreta que habìa sacado de ese mismo bolsillo. Luego como dejandose contagiàr por la pasividad del canònigo Rosillo; Nicolàs asume una actitud màs fresca y relajada.
-Las cosas que te voy a contar, quiero que te las reserves; sino para toda la vida; por lo menos hasta que yo muera; y creeme cuando te digo que ese dìa està màs cerca de lo que imaginas.
-No se preocupe su reverencia; mientras usted viva no escribirè ni una palabra de lo que usted me diga.
-Cuando se ha vivido tan intensamente; el còmo comenzar resulta dificil.

-¿Dònde naciò su reverendìsima?-.
-En la Villa del Socorro; cuando nuestra Gran Colombia se llamaba dizque, "Reino de la Nueva Granada"...Y en esa provincia tambien vivì mi infancia...Pertenecì a una de las familias, segùn dicen mis opositores, màs respetadas y aristòcratas de todo El Socorro...Fuì educado con rigòr por los mejores tutores de allì; aunque la verdad sea dicha, solamente eran dos estrictas tutoras, y un tutor bonachòn. Y desde muy temprana edad sentì deseos de leèr todo lo que llegara a mis manos.
-¿Y cuàndo comienza usted a sentir sus vocaciònes sacerdotales, sociales, polìticas, humanìsticas, y teològicas?.
-Al llegàr a mi prematura adolescència...Se me despertaron todas esas vocaciones.

-¿Incluìdas las romànticas y las pasionales?.
Andrès Rosillo queda silencioso mientras observa al infinito por la clàsica ventana que comunica su rùstica morada campesina con la naturaleza verde inmensa que pareciera no tenèr fin...Despues de la silenciosa pausa, responde como quien comienza a viajar por el valle de los recuerdos.
-Sì padre Nicolas; tambien las vocaciònes de la pasiòn y el amor se despertaban en mì...Aquellos deseos desenfrenados e incontrolables que solamente se presentan cuando la sangre àrde!!...


En el año de 1.780 el entonces joven Andrès Rosillo cuenta apenas con veintiuno años de edad. Sus calificaciones son excelentes, y aparentemente, tan solo aparentemente es un joven ejemplar digno de imitar por sus compañeros de estudio, y los jovenes de la comarca socarreña; ya que las damas de bien lo ponen como ejemplo ante todos aquellos jovencitos dìscolos e indisciplinados.
Pero en realidad el joven Andresito, no es màs que un muchacho solapado, falso, hipocrita y demas. Pero no con esa falsedad que fastidia; sino aquella falsedad caricaturesca y gentìl; ya que Andrès Rosillo es un joven apuesto, altivo, correcto; el muchacho ideal que toda suegra y suegro burguès y de bien, desearìa tenèr como yerno y perfecto esposo de su respectiva hija virgen y gran doncella. Pues este joven apuesto ya le ha roto el corazòn a algunas de las màs prestantes jovencitas que suspiran ante sus ojos cafès, su piel trigueña, su cuerpo finamente atlètico, y su sonrisa afàble con todo mundo. Y aunque Andrès proviene de la oligarquìa pura neogranadina; su sensibilidad social es tan acentuada, que no permite que en su presencia se trate mal a los pobres e indigentes, ni mucho menos que se les discrimine de alguna manera.
Sus aspiraciones de convertirse en clèrigo siempre han sido muy seguras; màs sin embargo de lo que èl tiene ciertas dudas, es de los votos que tendrà que realizar, si se quiere convertir en todo un sacerdote. Los ultragodos votos de castidad, pobreza, y obediència.
Andrès ya es consciente de sus inclinaciònes a todo nivel, pero no està para nada de acuerdo con que esos votos seàn el precio que èl tenga que pagar por colocarse un habito y una sotana que lo acrediten como cura catòlico virginal, pobre, obediente, y sobretodo càsto.
El voto de pobreza, ahì por los laditos; porque al venìr de buena cuna, le resulta hipocrita darselas de pobre a estas alturas; y mucho menos cuando en su pueblo chiquito,infierno grande, todo mundo sabe de los pergaminos y abolengos de tan distinguida familia.
El voto de obediència; quizàs; siempre y cuando los que manden, manden bien.
Y el voto de castidad; ese sì que està bastante dificil, por no decir imposible, superimposible, por no decir jodidìsimo; pues la lìbido de Andrès Rosillo es la màs salvaje bacanal del kamasutra.

Pero a pesar de todo esto, el joven Rosillo realiza sus estudios teològicos, religiosos, y sàcros desde hace siete años en el seminario mayor rosarista, porque desea convertirse a como dè lugar, en todo un sacerdote catòlico, apostòlico, y romano. Y desde el seminario en la frìa y gris Santa Fè de Bogotà, donde se prepara para convertìr ese sueño en realidad, viaja al Socorro todas las veces que sus superiores se lo permiten, para pasar sus vacaciònes, y de paso atendèr a su sèquito de admiradoras adolescentes, y demas jovenes bellas y no bellas, incluìdas ciertas solteronas maduras, insaciàbles casadas, y hasta viudas; y todas guardando una sutìl esperanza de que algùn dìa Andrès Rosillo desista de esa "idea loca" de convertirse en sacerdote.

Andrès de manera juguetona persigue a la graciosa Francisquita por todo el patio de su colonial hacienda...Francisquita levantandose un poco su gigantesco y enrredado faldòn de esqueleto de alambres, quiere probar hasta donde es capàz de jugar Andrès.
-A ver Andresito, si de verdad me quieres, tendràs que alcanzarme!-exclama Francisquita Ovalle.
-¿Tan segura estàs de que no te puedo alcanzar?-pregunta Andrès un poco fatigado.
-Pues de tì depende Andresito, que ambos aprovechemos este preciado momento donde solamente estamos habitando esta casona tù y yo.
Andrès toma una gran bocanada de aire y corre disparado reanudando la persecusiòn a Francisquita, que con gran ahìnco y riendo a carcajadas, hace lo aparentemente posible por no dejarse agarrar de Andrès. Finalmente Andrès logra arrojarse con ìmpetu sobre el cuerpo menudo pero lindo de Francisquita que continua riendo encontrando la mirada de Andrès puesta sobre sus ojos.
-Cuando rìes asì, tus ojos se iluminan-dice Andrès tiernamente.
-Y te aseguro que esas mismas palabras le dijiste a Paquita de Mora, Evangelina Dominguez, Concepciòn Molarte, Micaela Rodriguez, y sabrà Dios a cuantas màs.
-Pero todas ellas ya son pasado; porque ahora el presente eres tù, unicamente tù.

Y acariciàndo el rostro latino de Andrès; Francisquita comienza a besar a Andrès por todas partes; y èl dando tambien rienda suelta a su deseo, se entrega a Francisquita quitandose ambos mutuamente y con gran afàn sus ropas, para dar paso, al fin de la virginidad de Francisquita.
Al oscurecèr, despues de las lìdes amatòrias, y luego de una gran siesta, Francisquita y Andrès terminan de colocarse sus ropas nuevamente. Francisquita con una sonrisa satisfecha, observa la forma en que se viste Andrès...

-Para ser un estudiante de teologìa y derecho; y sobretodo,alumno ejemplar de los hermanos rosaristas; tù eres sencillamente el màs increìble de los amantes- termina de exclamàr Francisquita mientras intenta nuevamente rendirse a los pies de Andrès; pero èste la detiene porque ya està bastante tarde, y no se pueden despertàr sospechas...
-Vamonos, te llevarè a casa, tus padres te esperan- dice Andrès mientras sujeta la mano de Francisquita y practicamente jalandola, ambos se marchan rapidamente.
En el corto camino Francisquita indaga con màs curiosidad.

-Andresito, respondeme con la verdad, y nada màs que la verdad: ¿Estàs completamente seguro de tu vocaciòn religiosa de convertirte en sacerdote algùn dìa?.
-No te quepa la menor duda-refuta Andrès.
-Que làstima...¿Por què mejor no te conformas con graduarte en humanidades y filosofìa, y nada màs?.
-Porque yo no me conformo con poco. Ademas me queda menos de la mitad de la carrera para graduarme y ordenarme.
-Menos de la mitad del tiempo para que hagas tus votos de pobreza y obediència...Pero sobretodo menos de la mitad de la carrera para que hagas tus votos de castidad- dice Francisquita con cierto tono de ironìa. Pero por ahora a Andrès solamente le preocupa fabricar la mentira que tendrà que decirle a los padres de Francisquita para justificar su tardanza; porque ellos ya debieron percatarse de que su hija no estuvo en el ensayo vespertino de los coros de la iglesia.

Al llegar a casa de los Ovalle, los padres de Francisquita reciben a Andrès con beneplàcito, pues ellos juran que su "devota" hija es tan entregada al catecìsmo y a los cantos religiosos al Dios de los cielos, que seguramente por ese motivo Francisquita estaba entregada, en la hacienda de los Rosillo, recibièndo probablemente consejerìa espiritual del futuro servidor de la iglesia.
-Alabado sea el señor de tenèr entre su rebaño a un alma tan blanca y pura como la tuya, Andresito-dice doña Genoveva madre de Francisquita. Andrès se queda a cenàr con Francisquita y los padres de ella;pasando los cuatro una agradable velada en la que Francisquita y Andrès intercambian de vez en cuando, y de manera disimulada picarescas miradas; aunque se refleja tambien en los ojos de Andrès cierto temòr; ese miedo que èl siempre ha tenido de que alguna de sus conquistas quede "levemente embarazada"...Sin embargo el deseo y la pasiòn superan todo miedo.

Dìas despues en las afueras del pueblo, Andrès logra coronar otra de sus flòres.
-Quiero que sepas Andresito que estoy muy enojada contigo- dice en tono consentido la bella Micaela... -Ademas eres un infiel; si de verdad me quisieras no hubieras hecho todo lo que hiciste.
-¿Pero yo què hice?- pregunta Andrès haciendose el ingènuo.
-Hace unos dìas te vì desde mi balcòn, cuando salìas muy majo de la casona de Francisquita.
-Aguarda un momento Micaela; yo salìa de la casa de los Ovalle porque mis padres no se encuentran aquì en el Socorro actualmente; y antes de que ellos viajaran a Europa, me encomendaron que yo hiciera a los Ovalle, incluìda Francisquita, una visita de saludo- explica Andrès con ese don natural que tiene para engatusar y adornar sus mentiras incluso con argumentos moralistas. Pero Micaela todavìa duda... -¿Es verdad todo lo que me cuentas?...¿No me estàs diciendo mentiras?- pregunta Micaela, asumiendo otra vez ese tono consentido que la caracteriza. A lo que Andrès responde con gran altivèz:... -¿Amada Micaela mìa, me creerìas capàz de mentirte?-... Y camuflandose en las sombras de los grandes arboles, Micaela y Andrès se entregan a las artes amatòrias non santas pero sagradas para la felicidad del ser... Y cumpliendo a mèdias el sagrado mandato de "crecèos y multiplicàos"; "a mèdias", porque en este caso solamente se cumplirà el crecèos; ya que el multiplicàos quedarà para otra ocasiòn; si es que se repite.
Son tan solo fugaces aventuras que Andrès desea y goza en su debido momento y a su manera; porque todavìa faltan unos años para que el futuro canònigo conozca a su ùnico, verdadero, y màs grande amor...Su verdadera diosa de luz.

Pocos años despues; Andrès està recluìdo en el seminario mayor del Colegio del Rosario, en Santa Fe de Bogotà; y por su mente se cruza una sola frase: "Lo que ha de ser; sea"...Y dicha frase se la repite una y otra vez en su consciencia; pues ya se encuentra realizando los votos de castidad, pobreza, y obediencia. Es bastante dudoso que Andrès los cumpla; pero es requisito fundamental para ordenarse como sacerdote catòlico; y nada ni nadie podrà impedìr que Andrès se ordene.
En la colonial y hermosa Santa Fe, Rosillo ya se està incorporando sigilosamente al clandestino movimiento antiespañol llamado, LOS COMUNEROS; que acogen a Andrès con gran simpatìa y cordialidad; pues èl naciò con un carisma, don de gentes, y liderazgo tan naturales; que se gana no solo la confianza, sino tambien el respeto y la amistad de Los Comuneros de todas las clases sociales; porque aunque la base guerrera de Los Comuneros, son en su mayorìa gentes humildes del pueblo, al igual que indìgenas, y campesinos; tambien estàn integrados por burgueses y demas personas demasiado preparadas e inteligentes como Andrès Rosillo y otros de su misma estirpe.
Andrès se ha graduado en el Colegio Mayor Del Rosario; y se ha graduado con tales laureles, que se le otorgan los tìtulos de: DOCTOR EN TEOLOGÌA, DOCTOR EN FILOSOFÌA Y HUMANIDADES, MAESTRO EN LENGUAS LATINAS Y RELIGIOSAS: ESPAÑOL-CASTELLANO, LATÌN, FRANCÈS, Y GRIEGO; Y DOCTOR EN DERECHO CON PREDOMÌNIO EN DERECHO CANÒNICO; ABOGADOS ROSARISTAS.

16 DE MAYO DE 1.784...Catedral Mayor de Santa Fe de Bogotà, vestida de pompa y boàto...La màs alta alcùrnia de la sociedad santafereña, lucen sus mejores galas y colman el interior de la catedral; para asì presenciàr la conmovedora ceremònia de ordenaciòn de los jovenes rosaristas, y de otras instituciones universitarias catòlicas, que durante doce largos años se prepararon para convertirse en sacerdotes; y que a partìr del dìa de hoy, formaràn parte de el casto, virginal, y doncello ejèrcito pastoral de la "santa madre iglesia catòlica, apostòlica, romana, y virgen". Andrès Rosillo y catorce màs de sus compañeros del seminario mayor, son ordenados como sacerdotes en una imponente ceremònia encabezada por las màs altas jerarquìas del episcopado neogranadino. La ceremònia de ordenaciòn es oficiada por su eminencia arzobispal Antonio Caballero y Gòngora, escogìdo por el destino para ordenàr como sacerdote a Andrès Rosillo, en medio de una imponente celebraciòn religiosa, adornada con los cantos de una coral que entona hermosas notas del compositor Johann Sebastian Bach, y cuyas primeras partitùras llegan de Europa, a continente suramericano, traìdas por mùsicos-monjes españoles.
Andrès y sus compañeros de ordenaciòn, asùmen las debidas posturas acostados en el piso boca-abajo y extendido sus brazos a los lados en forma de cruz; junto con las demas pòses rituales que la ceremònia de ordenaciòn sacerdotal exige. A partìr de este momento "sublime", una nueva sotana abrigarà a un joven cèlebre, lleno de dones, colmado de falsas y verdaderas virtudes; entre ellas la virtùd de las conquistas amorosas basadas en el buen gusto, fino paladar, y buen comer, que mezclado con el dòn de ser escurridìzo cuando estè a punto de ser descubierto; es el hìbrido especial para amàr a Dios, no sobre todas las cosas, pero sì sobre todas las mujeres.


Claro que la sensibilidad social del ahora Padre Rosillo, tambièn le despertarà la virtùd de convertirse en abogado de los pobres, ya que no cobrarà jamàs ni un solo centavo por defendèr a todos aquellos marginados con problemas legales; y sacarà de la càrcel a esos otros pobres que siendo inocentes han sido condenados, màs por el simple hecho de ser pobres, que por el delito que se les ìmputa de manera injusta y mentirosa. Y en las primeras semanas de sacerdòcio Andrès se dedica a todo eso y màs, al igual que a los oficios religiosos, rutinàrios, y misas nerviosas de los sacerdotes principiantes.

Radicado en la pequeña Santa Fe de Bogotà que para este nuevo año de 1.785 cuenta con veintemil habitantes.
Año nuevo, vida nueva...Andrès es citado personalmente por el arzobispo Caballero y Gòngora, para otorgarle el primer cargo de gran responsabilidad, que curiosamente no serà ni una iglesia, ni tampoco parròquia alguna. Este primer cargo del sacerdote Andrès Rosillo, es màs de acuerdo a sus litigantes talentos.
...-Por su beatitud, su humildad, sus prematuros meritos, y su total entrega a la divina providencia, y su desinteresado servicio a los pobres y necesitados; y teniendo en cuenta sus demas dotes humanas, y su gran consagraciòn a los estudios academicos de alta preparaciòn; oficios dìgnos de los sères entregados a Dios y su perfecta justicia, y por ser el padre Rosillo un modesto servidor a los pies de Jesucristo nuestro señor, y dìgno protector de nuestra santìsima virgen, y por su rèctitud en pro de las santas y sanas costumbres, se designa al clèrigo Andrès Rosillo como, CANÒNIGO MAGISTRADO DE LA CATEDRAL DE SANTA FE DE BOGOTÀ. Dado en esta misma ciudad a los diez dìas del mes de Febrero de 1.785. Firmado: Su excelentìsima arzobispal Antonio Caballero y Gòngora-... Termina de leèr el largo pergamino, en voz alta, el secretario privado de Caballero y Gongora.
Andrès hipocritamente conmovido se arrodilla ante su arzobispo besandole el anillo... -Agradezco profundamente a su excelentìsima, el honrarme tan humildemente, y tenèr en cuenta mi nombre para tan cristiana funciòn que cumplirè a cabalidad, y de acuerdo con los estatùtos de la santa madre iglesia-... A lo que Caballero y Gongora con la petulància que lo caracteriza exclama secamente: -Sea!.
Andrès aprovecharà este importante y nuevo cargo, para involucrarse aùn màs en la ilegalidad de Los Comuneros; pues si un simple cura es inmune en la Nueva Granada de este siglo dieciocho; con mayor razòn lo serà el clèrigo magistral titular de la catedral de Santa Fe.
A la media noche muy frìa de uno de esos dìas, Andrès en su alcoba se coloca una gran capa oscura que le alcanza para cubrìr su rostro de la neblina tan poderosa que azota a Santa Fe...En una mezcla de tranquilidad y nèrvios, llena un poco tènso sus bolsillos, de pàsquines y propagandas subversivas en contra de España y su monarquìa; y que Andrès camufla entre revistas extranjeras. Luego con las almohadas y cobijas de su cama, simula la forma de un cuerpo acostado, arropado totalmente, de tal manera que si alguien se atreve a entràr sin su autorizaciòn, crea que èl està durmiendo. Andrès apaga la vela que ilumina su alcoba mediana pero acogedòra; despues en el mayor silencio abre la puerta y se marcha caminando muy sigilosamente para que sus pasos no sèan escuchados en la silenciosa penumbra del barrio La Candelaria, de Santa fe. Èl observa cauteloso en todas direcciones, cerciorandose de que nadie lo espìa. Se asegura de que su cara estè lo màs cubierta que se pueda sin despertar sospechas. Aprieta el paso y ahora camina apresurado por las oscuras y solitarias calles de piedra hasta llegar a la fachada de una sencilla casa. Andrès golpèa suavemente cuatro veces dicha puerta; y al otro lado de la puerta un comunero dice en voz baja, y en santo y seña...

-El rey contempla a sòlas el amanecèr-... a lo que Andrès en el mismo volumen de voz le responde...
-Desde que la reina le resultò puta-... Rapidamente la angosta puerta se àbre y Rosillo entra sin llamàr la atenciòn. Son las dos de la mañana, y adentro en la casa estàn reunidos una pequeña cantidad de comuneros que reciben a Andrès calurosamente; todos hablan a media voz, y haciendo el menòr ruido posible. Rosillo extiende sobre una mesa de centro, los pàsquines, volantes, afiches pintados en papiro y carboncillo, y demas propaganda subversiva en contra de los españoles llamados despectivamente CHAPETONES.
Andrès se despoja de su capa oscura de fino paño importado, y que contrasta con las ropas arapientas de algunos de los comuneros allì presentes...Rosillo asume el liderazgo de la reuniòn que comenzò desde las doce de la noche... -Esta es toda clase de propaganda y publicaciones para conseguìr apoyo, y dar a conocer el movimiento de Los Comuneros aquì en Santa Fe, màs no a sus miembros con nombres propios. Les recuerdo que donde se sepa nombre y apellido de cualquiera de nosotros, y serìa igual a firmàr nuestra respectiva pena de muerte- dice Andrès mientras se toma un totumado de chicha que le ofrecen para producìr la calentura en el exagerado frìo santafereño... -Estos son mensajes màs directos y arengas màs agresivas que las de los meses anteriores; ya que necesitamos cada dìa a màs y màs criollos de todas partes y de todas las clases sociales que se unan a nuestra causa independentista y libertadora. Ademas esta debe ser nuestra ultima reuniòn en esta casa; llevamos no sè cuantas en este mismo lugar, y se podrìan despertàr sospechas- termina de aclaràr Andrès, resignado a aceptàr que llegò casì al final de dicha cumbre clandestìna. Aùn asì la reuniòn se prolonga un rato màs mientras el clèrigo termina de explicar còmo se puede despertar el orgullo independentista, y reclutar asì a gèntes de toda ìndole: Pobres, medianos, ricos, analfabetas, intelectuales, artistas, polìticos y apolìticos, creyentes y descreìdos, feligreses y atèos, decentes e indecentes, educados y no educados, cultos e incultos, burguesìa y pueblo...en fin; personas de absolutamente todos los penambres, incluìdos unos escasos sacerdotes iguales o hasta màs vanguardistas, libertàrios, y revolucionàrios que el mismo canònigo Rosillo.
-Padre Rosillo, su presencia en los sìtios donde se estàn formando nuevos ejèrcitos comuneros a lo largo y ancho de la Nueva Granada, es indispensable, mucho màs que aquì en Santa Fe- reclama uno de los asistentes a la reuniòn.
-Soy consciènte de ello, pero se me sale de las manos; ya llevo aquì un buen tiempo como canònigo magistral de la catedral, y no depende de mì que me trasladen de lugar. Ademas aquì en Santa Fe tambièn son cada vez màs las personas que apoyan nuestra causa, y no los puedo abandonar en este momento-... Y lo que Andrès replica no es ninguna disculpa...Algunos de los presentes acompañan a veces al Padre Rosillo a realizar sus obras de caridad, en las que el canònigo reparte mercados de comida, ropas, juguetes, medicinas a los màs humildes, a la vez que ejerce como abogado de aquellos zarrapastrosos que estàn en lìos con la justicia.
La velada culmina con mapa en mano y extendido sobre la mesa, señalando los pueblos, y ciudades donde se repartiràn toda clase de expresiones escritas comuneras para dar a conocer aùn màs el movimiento y sus ideales. Algunos de ellos cuando ya van de salida, le comentan en voz baja a Andrès en una mezcla de indignaciòn y verguenza, las torturas y demas atrocidades que los españoles realizan a aquellos insurgentes que son atrapados , y con aquellos, que con la sola sospecha, reciben el mismo trato cruèl.
Algunos se han ìdo ya de la discreta pero productiva reuniòn, mientras el clèrigo queda con otros tantos preparando actos de sediciòn y sabotaje contra las autoridades españolas.
Finalizada la secreta reuniòn, cada quien va abandonando en solitario la desapercibida morada, con intervalos de diez minutos y en distinta direcciòn, para no llamàr la atenciòn de algùn vecino curioso. Supuestamente el ùltimo que debe salir de la casa, es el ùltimo que llegò a la reuniòn; o sea Andrès; pero no ocurre asì. Simplemente al haberse marchado los demas, el canònigo ajusta la puerta de entrada y se percata de que nadie haya quedado dentro de aquella casa...Nadie salvo otra persona, ademàs de èl.

Andrès cruza un solàr trasero e ingresa a una buhardilla donde aparentemente solamente estàn guardados unos muebles viejos. Una vez dentro, se siente el olòr a madera vieja y un poco humeda. Andrès susurra jocosamente...-¿Quièn necesita urgente la bendiciòn del amanecèr?-...De pronto se escucha una delicada voz femenina que responde...-Yo, mi querido y adulterino canònigo; necesito con urgencia en estos dìas de celo la bendiciòn apostòlica de mi adorado clèrigo; siempre y cuando te despojes de toda sotana y demas vestimentas para amarte mejor-dice jadeàndo la preciosa Carmela Sastoquìno; una venezolana que Andrès ha convertido desde hace algùn tiempo, en su escondida amante pasajera, desde que comenzaròn a realizarse la infinidad de reuniones que los comuneros realizan en esa casa. Carmela es la encargada de los quehaceres de la casa, y como ya es costumbre, al amanecèr ella vive los màs enardecìdos idìlios con Andrès, una vez concluìdas la reuniones clandestìnas comuneras. Porque al fin y al cabo Andrès Rosillo ya se acostumbrò a fuerza de las circunstàncias, a que la mayor parte de su vida debe ser clandestìna...Clandestìno miembro activo de Los Comuneros; y clandestìno amante canònigo de toda mujer hermosa que se le cruze por el camino.
Carmela es hija de madre caraqueña y padre portuguès; y aunque no pertenece a la alta sociedad; la belleza y la clase son dònes naturales de Carmela Sastoquino, y hacen de ella una mujer esplendorosa.
Carmela y Andrès, ambos desnudos, se las arreglan para que en mèdio de todos esos muebles viejos que ocupan la buhardilla, el abrigo amatòrio de sus cuerpos excitados, enciendan el fragòr de las heladas primeras horas del amanecèr Santafereño. Andrès quiere a Carmela, aunque en realidad no està enamorado, pero la quiere; y ella que tambien lo quiere a èl, sì cree estàr enamorada, pero su corazòn le dice que es màs un capricho...El deseo mùtuo que ambos se despiertan es incontrolable.
El remordimiènto de consciència de Carmela le produce a veces al final de cada faena, un arrepentimiènto tardìo y lève, por el hecho de acostarse con un sacerdote cuyos votos de castidad son una completa utopìa. Pero a la final vale la pena, y no importa; Carmela vive mucho el presente y no le interesa mucho el futuro; ella se conforma con tenèr a Andrès las veces que la vida se lo permita.

Ese fin de semana con la presència de las màs destacadas autoridades españolas encabezadas por el virrey de turno, junto con los eminentes jerarcas de la iglesia, y la poblaciòn en general; se realiza en la catedral de Santa Fe, un tedeum; una misa de acciòn de gracias, aunque la mayorìa no estèn plenamente convencidos, de què carajos es exactamente lo que se va a agradecèr. El arzobispo Caballero y Gòngora ofìcia la ceremònia. Andrès y otros sacerdotes le colaboran en los detalles de la celebraciòn religiosa. En el sermòn, Caballero y Gòngora se refiere entre otras cosas a la importancia de la fidelidad en el matrimonio; y còmo las autoridades españolas entre màs rango tengan, màs ejemplo de "buenas y sanas costumbres" deben dar a la mojigata y doble-moral sociedad que rìgen; y es por eso que monseñor pone como ejemplo, a la "indiscutìble, incuestionàble, imperturbàble, intachàble, infalìble, y siempre perfecta castidad de la virginal e inviolable iglesia catòlica, apostòlica, y romana", representada en sus clèrigos...Porque al fin y al cabo no existen hipocresìas màs excelentìsimas, que las tres mierdas del diablo: LA RELIGIÒN, LA POLÌTICA, Y LA GUERRA.

Caballero y Gòngora tambien expresa sus reflexiònes sobre los acontecères polìticos del momento, y la sumisiòn que se debe seguìr teniendo a la corona española; ya que segùn este chapetòn Caballero y Gòngora; el rey y su esposa son enviados directos de Dios.
Mientras se escucha la mùsica sàcra que canta el coro de la catedral, en la elevaciòn al altìsimo; del altìsimo pàlco campanàrio comienzan a ser arrojados tremenda lluvia de pasquines, panfletos, volantes, boletines con arengas, y demas papelerìa subversiva caìda de los cielos; de los cielos ràsos de la catedral...Todo alusivo a los Comuneros, y a su lucha separatista e independentista de España. Los papeles caèn lentamente sobre la multitud congregada en el interior de la catedral, que comienza a reaccionàr con desconcierto y extrañeza leyendo los escritos de los diferentes papeles y plìegos que van cayendo sin fuerza en el suelo, en las bancas, en los reclinatòrios, y hasta en el altàr donde se realiza la ceremònia religiosa...Escritos tales como..."MUERTE AL YUGO ESPAÑOL, VIVAN LOS COMUNEROS"..."EL REY AL PAREDÒN, Y EL PUEBLO HACER FIESTÒN"..."POR UNA NUEVA REPÙBLICA LIBRE, SOBERANA, Y TOTALMENTE INDEPENDIENTE DEL CRIMINAL REINO DE ESPAÑA, TODOS A LA LUCHA COMUNERA"...Etcetera.
Algunas de las ilùstres personalidades leen los volantes mientras comienzan a murmuràr en voz baja. El arzobispo trata de hacèr caso omiso y procura continuàr con la ceremònia como si nada estuviera pasando, mientras que unos guardias españoles intentan subìr con dificultad al alto palco en donde finalmente no encuentran a nadie. Al lado de Caballero y Gòngora, el canònigo Rosillo disimula su reprimida sonrisa picaresca que le produce el hecho.

-¿Què està sucediendo padre Rosillo?- pregunta en voz baja el arzobispo mientras termina de bañar en vino algunas òstias. Y con voz todavìa màs baja y discreta Andrès responde.
-No lo sè su eminència, pero sugiero que continùe como va; esta misa de tedeum le està quedando hermosa e inolvidable.
Al terminàr la misa, Caballero y Gòngora prefiere hacerse el desentendido, y se limita a extrechar personalmente la mano de cada uno de los invitados especiales.

Y como los calendarios son el latir del tiempo; cinco años lleva Andrès en Santa Fe, desde que se ordenò sacerdote.
Con el paso de las semanas y los meses, la madre y el padre de Andrès Rosillo, mueren juntos y tragicamente cuando el bàrco que los traìa de Frància donde estuvieron viviendo sus ultimos años, se hundiò en el ocèano. Mamà y papà venìan a ver a su hijo Andrès, convertido desde hace algùn tiempo en sacerdote; y sus padres le traìan desde Europa la màs fina y costosa sotana que se pudieron encontrar, y que segùn le habìan escrito sus padres a Andrès, cuando le anunciaròn que viajarìan a visitarlo, dicha sotana estaba bendecida por el mismìsimo Papa en persona.
La fatàl noticia de esta terrible muerte, entristèce profundamente a Andrès, sumiendolo por unos largos dìas en una terrible depresiòn; pues aunque sus padres no estuvieron presentes en la ordenaciòn; èl tenìa fe de que por lo menos ellos pudieran venìr y verlo oficiando alguna misa.
Hace ya casi diez años que Andrès no se veìa con sus padres; solamente se comunicaban por demorados correos; pero aùn asì siempre fue una relaciòn solida, a la distancia. El canònigo Rosillo es autorizado para oficiar en la capilla de la catedral, unas exèquias simbòlicas de sus padres; pues ningùn cuerpo de los pasajeros del bàrco, apareciò jamàs.

Una vez superado el lùto; Andrès comprende que su vida debe continuàr, porque no hay màs remedio. Sus conquistas amorosas prohibìdas y deliciosamente clandestìnas continuan; pero paradòjicamente su soledad se acrecenta màs.
En las afueras de Santa Fe, Juanita Goenaga espera con ansiedad...
-¿Una dama a sòlas en estos rincones nocturnos apartados?- pregunta Andrès llegando por detràs con cierto misterio juguetòn, y cubriendo suavemente con las palmas de sus manos, los pequeños ojos de Juanita, abrazandola por la espalda.
-Sì padre, es que espero a mi confesor para que me perdone por todos mis pecados- responde Juanita con voz pìcara. Luego Andrès le sigue el juego preguntandole...
-¿Y son muchos tus pecados hija mìa?...
-Poco màs de cuatrocièntos- responde Juanita; a lo que el seductor canònigo sentencia...
-Siendo asì no tengo màs remedio que aplicarte la penitencia de besar con desenfreno y sin cohibiciònes de ninguna clase, al hombre que màs cerca estè de tì.
-Como usted ordene padre Rosillo; a sus pies- responde coqueta Juanita mientras se refùgia en los brazos de Andrès y ambos se besan apasionadamente. Juanita excitada exclama: -Amame sin cohibìrte mi rozagànte clèrigo; hazme el amor sin detenerte, o de lo contrario te excluirè de mis afectos, y te recuerdo que tengo un par de curas màs en capilla; y que Dios nos perdone aunque yo no sea culpable de que la carne de los curas tambien sea dèbil.
Andrès levanta a Juanita en sus brazos, y ambos se alejan en la oscuridad, con los desèos desbordados, el alma temblorosa, y la respiraciòn estallando a flor de piel; y con el cambio de luna a favor, Andrès y Juanita se dejan caèr en un pastisal que no se pòda desde hace años, y dejandose hundìr en dicho pastisal, teniendo como complice a la maravillosa oscuridad, hacen el amor una y otra vez, en tremenda tempestad que se ha desatado gracias a las grandes nubes que los cubrìan desde hace rato; pero a ninguno de los dos les interesa el fuerte aguacero que los moja despiadadamente; porque asì el mal tiempo les produzca la màs terrible pulmonìa; ellos solamente se detendràn cuando escampen sus ìmpetus libidinosos sin màs testigos que la lluvia y el frìo.

Los dìas de Andrès como magistrado de la catedral de Santa Fe estàn contados...A oìdos del arzobispo Caballero y Gòngora han llegado rumores, tan solo rumores, de las andanzas amatòrias de Andrès; chismes a los que Caballero y Gòngora le cuesta muchìsimo trabajo darle alguna credibilidad, ya que no le estàn hablando de cualquier cura; sino del que fue el màs destacado de sus alumnos en el seminario; el que es el màs serio de los sacerdotes que trabaja con èl, y el màs profesional magistrado de derecho canònico que haya tenido la catedral de la ciudad en los ùltimos tiempos.
Por todo eso, y por ser simplemente rumores que nadie ha podido probar contundentemente, pero que pueden generar un escàndalo de la iglesia en Santa Fe, que està a tiempo de evitarse; y eso sumado al afecto que el canònigo Rosillo ha despertado por su entrega a los estudios y a la iglesia, en el arzobispo Caballero y Gòngora, èste decide otorgarle su primera parròquia en su ilustre carrera clèrical; y para echarle tierra a todas esas habladùrìas, Caballero y Gòngora decide que esa primera parròquia para Andrès, debe ser lejos de Santa Fè, y en donde el padre Rosillo tenga por lo menos algùn familiar o familiares, que lo obliguen a estàr alejado de toda tentaciòn femenina carnal, terrenal, y hasta celestial; por si existe alguna "remota posibilidad de que tan sùcios y diabòlicos chismes, sean verdad"...Por eso el arzobispo Caballero y Gòngora mientras firma la orden de traslado de Andrès Rosillo a su nueva y primera parròquia, piensa para sus adentros: "Siempre resulta màs mejor y menos pèor, el traslado de un cura, que acallar los chismes, y hasta sale màs barato...No es palabra de Dios te alabamos señor; pero ojala lo fuera".


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
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