jueves, 13 de diciembre de 2007

EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS (CAPÌTULO 5)


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
ES UNA OBRA DEBIDAMENTE REGISTRADA
COPYRIGHT BY JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ


(ANTES DE LEÈR ESTE CAPÌTULO 5; LEE PRIMERO LOS CAPÌTULOS ANTERIORES; LOS ENCONTRARÀS MÀS ABAJO; Y EN EL LINK DE ENTRADAS ANTIGUAS)


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS


NOVELA ORIGINAL: JORGE JIMÈNEZ FLÒREZ


CAPÌTULO 5:


Los cuatro meses en realidad se convirtieron en seis meses de luna de hiel paseando por Europa Luz de Obando y Francisco Rangel, màs en plan de amigos distantes que de cualquier otra cosa; circunstància que Francisco Rangel trata de comprender de manera forzada; pues tal como tenìa que ocurrir, han sido seis meses en los que Luz ha brindado a Francisco, sexo sin amor; que es tan infernal como amor sin sexo. En la intimidad, Luz de Obando se limita a desnudarse y a dejarse tocar lo menos posible; al fin y al càbo no lo ama, nunca lo amarà; y no lo odia, nunca lo odiarà; simplemente Francisco Rangel no le inspira ningùn sentimiento ni positivo, ni negativo; èl no le inspira a ella absolutamente nada de nada. Luz trata de asimilar a Francisco, como si èl fuera un muerto en vida; y aprovecha cualquier oportunidad para que no tengan privacidad, y màs bien conocer las ciudades europeas que estàn recorriendo.

Estos han sido los seis meses màs largos, tristes y aburridos del canònigo Rosillo en Simacota. Andrès como leòn enjaulado se pasea en las noches solitarias de un lado para otro dentro de la casa cural, tratando de percibir en cada rincòn la presencia ausente de su amada Luz; y cada vez que Andrès se acuesta en su cama, boca-abajo aspira profundamente con sus ojos aguados, tratando de oler los recuerdos de su diosa, con quien estuvo en esa misma hermosa cama, tantas noches y tantos dìas de amor genuino y pasiones eternas que en el futuro seràn bastante dificiles de repetir.
Ha sido un tedioso semestre, a la distancia, que por fin ha terminado, tanto para Luz como para Andrès; y cuya expectativa por el regreso, anima los deprimentes corazones del adulterino y su ahora "señora" sobrina.
Francisco y su esposa regresan a la hacienda Rangel, que desde ahora serà, supuestamente, el nuevo hogar de Luz de Obando ,àma, dueña y señora de la gran hacienda Rangel; pero que aùn asì, dicha construcciòn tan linda, llena de lujos y comodidades, no inspiran en Luz, ningùn sentido de pertenencia. Francisco siente una sensaciòn extraña porque hasta ahora siempre habìa vivido en su grande propiedad, solitario, y ahora trata de asimilar sus primeros dìas con sus primeras noches de hombre casado, en su finca inmensa a la que percibe de manera diferente por la presencia de su imponente y frìa esposa que no le brinda los cariños de una esposa abnegada, y que en los momentos de intimidad, la frigidèz de Luz de Obando es de tal desamor, que Francisco Rangel siente que le hace el amor a un tèmpano de hielo. La convivencia es de un silencio y una indiferencia tensionantes, por parte de Luz que no sabe hasta cuando va a poder soportar semejante fàrsa.

Dìas despues de haber regresado de Europa, el matrimonio Rangel almuerza al aire libre en el jardìn comedor de la hacienda; y mientras degusta distraìda un pedazo de delicioso cabrito, escucha a lo lejos el llamado de la voz que no ha escuchado desde hace seis meses; la unica voz que a ella le importa escuchar; la unica voz que en este momento le ilumina el espìritu, y le hace brillar la vida.
-Buenas y santas tenga el matrimonio màs hermoso de Simacota- grita el abate Andrès Rosillo, mientras que Luz refleja en su ròstro la sonrisa de una resucitada; se levanta ràpido de la mesa y còrre a los brazos de su tìo que la abraza tratando de disimular ante Francisco que comprende la eufòria de su esposa, por tratarse de su clèrigo tìo.
Andrès saluda con otro abrazo fraterno a su nuevo sobrino polìtico, y pàsa toda la tarde oyendo y riendo con todo el anecdotàrio que Luz y Francisco le relatan sobre el paseo por Europa, y simultaneamente recibe los regalos que le han traìdo del viejo continente, tales como libros en francès, griego, latìn; igualmente Francisco le entrega una nueva biblia con portada de oro, traìda de Roma; botellas de jerèz español, wodka puro de San Pettesburgo; una rèplica en miniatura del palacio de los zàres de Rusia; y otros presentes màs que abruman a Andrès por la cantidad y la calidad.
-Ahora quiero que me disculpes esposo mìo; voy a la biblioteca con mi tìo; deseo confesiòn y asesorìa espiritual; y ordeno a la servidumbre que no nos interrumpa nadie- dice Luz ante el beneplàcito de su esposo, que como siempre aprueba todo lo que se trate de apoyar al padre Rosillo.
Luz y Andrès se dirigen a la biblioteca, entran y se encierran por un buen ràto, ajustando bien la puerta. La fèmina divina abraza a su adorado canònigo con tal fuerza que parecìa como si lo quisiera asfixiar, y luego como comiendoselo a besos, ella expresa con su voz ìntima y jadeàndo excitada.
-Sàcame de esta jaula de oro- dice Luz con un desespero reprimido imposible de ocultar.
-Ten paciencia mi preciosa. Todo este plan diò sus frutos, y le callamos la jeta a todas las habladurìas y chìsmes. Nadie ha vuelto a hablar ni a denigrar de tì o de mì; y hasta el propio obispo me enviò una misiva felicitandome- replica Andrès mientras tambien besuquèa a su adorada por todas partes. Ambos estàn sudorosos y listos para explotar como dos volcanes incontenibles haciendo erupciòn.
-Andrès mi amado hombre, mi exclusivo clèrigo, mi libidinoso confesor; que ausencia tan prolongada. Europa es hermosa, pero sin tì me sentìa incompleta y veìa todo tènue- exclama en voz baja Luz de Obando al mismo tiempo que ambos caen al suelo y se revuelcan desnudandosen mutuamente con rapidez mientras que sus deseos de amarse son cada vez màs encendidos despues de seis meses de ayuno amoroso y sexual, totalmente tortuoso para semejante pareja de enamorados. El fuego de ambos es capàz de prender una hoguera en invierno nòrdico, y tanto Luz como Andrès se queman sin hastiarse jamàs...Los sènos divinos de Luz de Obando se pòsan fìrmes sobre la cara de Andrès que los acarìcia con sus mejillas, y cuyos làbios absorben el sudor de su emperatriz poseedora que en la cùmbre de la catarsis en dùpla, emana los destellos màs enardecìdos de la amazona que lògra doblegar a su dragòn. Y luego Andrès Rosillo colocando en cuatro a su escultural dueña, le realiza por primera vez el sexo anal màs apoteòsico que eleva a ambos hasta solstìcio de primavera, con aquellos ojos salvajes de Luz de Obando y la mirada de ambos emanando destellos de sacerdotisa y sacerdote unidos hasta la gloria de divinas plegàrias en coral de suspiros, como hermosa dànza en màximo clìmax.

Al terminar la sublime faena; mientras vuelven a vestirse; Luz en voz baja asegurandose de que unicamente es escuchada por Andrès, vuelve a expresarse con la franqueza que la caracteriza.
-Francisco es un buen hombre, respetuoso y caballero conmigo; pero ya me hastiè Andrès; ya me hastiè de estar viviendo esta fàrsa de matrimonio; asì que escuchame bien canònigo Rosillo: A mì no me importa ser la primera divorciada de la comarca; asì que lo mejor serà que vayas pensando como me vas a sacar de esta; porque si tù no terminas esta paròdia lo màs pronto posible, entonces la terminarè yo por mi propia cuenta...¿He sido lo suficientemente clàra?.
Andrès escucha con desconcierto y preocupaciòn a la vez, el tòno contundente con que Luz le ha advertido, para que esta gran mentira no se le vaya a salir al clèrigo de las manos.
-El objetivo de este matrimonio que ya lleva los seis meses màs aburridos de toda mi vida; era callar las habladurìas, los chismes, y salvar tu sacerdòcio. Pues bien; una vez logrados esos objetivos, este matrimonio se tiene que acabar- dice Luz ante la mirada angustiante de Andrès que observa el desespero interior de su adorada musa, que sin rodeos le habla con toda claridad. Y en ese mismo tòno confidencial para que solamente sea escuchado por Luz, Andrès con inseguridad en su hablar, trata de calmarla.
-Amada mìa, debès tener paciencia; recuerda que todo esto es por nuestro amor y para aplacar las malas intenciones que tenìa mucha gente de separarnos y practicamente acabarnos. Hasta el mismo corregidor de Simacota tuvo que tragarse sus palabras, y la porquerìa esa de "sociedad de damas ilustres por la moral y las sanas costumbres de Simacota", ya ni siquiera es "sociedad"; ahora es "suciedad".
Ambos rìen un poco ante las palabras de Andrès.
-Eres un loco sin remedio, y quiero recordarte que jamàs me arrepentirè de haberme enamorado de un loquito como tù- dice Luz con esa complicidad unica que la hace encantadora; luego ambos se dan el ùltimo bèso apasionado de la tarde.
-Yo vendrè dos veces por semana a visitarte, amarte y velar por tì; con el pretexto de confesarte y brindarte consejerìa espiritual- dice Andrès mientras que Luz termina de acicalarle la sotana.
-Que sean tres- ordena Luz.
-Està bien; vendrè tres veces por semana- refuta Andrès despues de pensarlo un poco y suspirar resignadamente.

Con el transcurrir del tiempo y las tediosas semanas, Luz de Obando se las ingènia de alguna manera para no tener intimidad con Francisco; incluso ella prefiere la mayorìa de las veces, dormir en alguna de las habitaciones de huespedes de la hacienda Rangel, aludiendole a su esposo Francisco la disculpa de querer estar sòla para meditar y no molestarlo con "jaquecas de mujeres". Pero la paciencia de Francisco comienza a quebrantarse, y empiezan las discusiones y los altercados. Al fin y al càbo Francisco quiere a toda còsta que Luz le dè un hijo que se convierta en su primer heredero; pero ella no està dispuesta por nada en el mundo a complacer ese deseo. Y con el pàso de los dìas; la angustia y el desespero son tàles, que la bella dama se las arregla para continuar haciendose "la eterna indispuesta", aislada e indiferente a todo el trancurrir de la hacienda. Esto enfurece cada vez màs a Francisco que ignora por completo el por què del rechazo de su esposa, incluso sintiendose èl a veces con complejo de culpa.
Luz de Obando permanece cada vez màs distante, silenciosa y deprimida. Su desolaciòn es tal que hay dìas en los que ella prefiere estar a sòlas en alguna pradera lejana de la extensa finca; y los unicos dìas en los que ella està radiante son los sàbados, martes, y jueves; los tres dìas que puntualmente Andrès Rosillo viene a verla, visitarla, "confesarla", y principalmente amarla.
Puede que Luz estè casada oficialmente con Francisco; pero su mente, su espìritù, su alma; todo su ser està totalmente compenetrado con Andrès Rosillo; èl es el centro de su universo, aunque ese universo parezca màs para ella, un laberinto oscuro y pesado, ya que esos furtivos encuentros amatòrios con su canònigo tambien son rodeados con la zozòbra de que puedan ser descubiertos por alguien de la servidumbre, otros empleados de la hacienda, o el propio Francisco Rangel. El miedo de Luz y Andrès cuando hacen el amor a escondidas en alguno de los dormitorios de la bella hacienda, està rodeado por la sensaciòn de que podrìan estar siendo espiados, o descubiertos en cualquier estùpido descuido, y que todo se sepa con las màs fatales consecuèncias.

Siempre que termina de visitar a su reina en la hacienda; Andrès Rosillo prosigue el camino a su otra vida clandestina; la subversiòn en el movimiento Comunero; y por aquellas paradojas de la vida, el canònigo siente màs temor de que se descubra el genuino y apasionado romance que tiene con su sobrina; a que se descubra su actividad insurgente como ideologo y miembro activo de los Comuneros. Y es precisamente en una de esas reuniones clandestinas comuneras, donde Andrès junto con Vicente Cadena un comunero guerrero y fuerte combatiente, continuan planeando ataques y sabotajes contra las tròpas españolas y las autoridades chapetonas, estèn en el acto polìtico y politiquero que estèn. Tambien se pone al tanto al clèrigo, de los informes de inteligencia que ya estàn en poder de ciertas autoridades españolas.
-No confie ni en su sombra padre Rosillo. Tenemos argumentos sòlidos para asegurarle a usted que el corregidor de Simacota don Pantagruel Madrazo ya podrìa tener informes secretos de sus actividades subversivas; pero con su reverencia no se atreve a tomar medidas dràsticas, exclusivamente por respeto a su sotana. Es lògico que èl no va a arriesgar su posiciòn y su poder, echandose a la iglesia de enemiga. Sin embargo, es recomendable que usted tampoco se eche de enemigo al corregidor- dice Vicente Cadena a Andrès que lo escucha con toda atenciòn.
-Donde usted no fuera cura; hace mucho tiempo lo hubieran apresado, y de pronto hasta ya lo hubieran fusilado- dice Vicente con respeto, pero tambien con la seguridad de que el clèrigo se ha despavilado; y en adelante no podrà andar tan confiado como lo hacìa hasta ahora.
-Y pensar que el hijueputa corregidor ese, me odia a màs no poder- exclama Andrès.
Vicente Cadena sugiere al sacerdote, hacerle un atentado al corregidor para quitarselo de encima de una vez por todas; pero Andrès se opone rotundamente porque primero, prefiere a este corregidor actual de Simacota, al que ya sabe lidiar. Y por lo general cuando matan a un corregidor, los españoles colocan a otro corregidor que sea bien infame, con mano mucho màs dura y totalmente dèspota, capàz de las peores atrocidades. Y segundo; Andrès tampoco desea ningùn atentado contra el corregidor don Pantagruel, porque eso perturbarìa la tranquilidad que caracteriza a Simacota; asì sea una tranquilidad rodeada de escandalosos chìsmes, y disfrazada a veces de tènsa calma.

Mientras tanto para Luz de Obando su situaciòn personal se pone màs caòtica e inaguantable. Francisco Rangel es un hombre nòble y bueno; pero Luz y Andrès lo subestimaron confundiendo lo nòble con lo huevòn...En Francisco ya hay cierta desconfianza hacia su esposa; èl mismo no sabe por què, sin embargo no puede evitarlo.
-De ahora en adelante su reverència te confesarà aquì en la sala- dice Francisco tratando de imponer su autoridad ante Luz disgustada y desobligante.
-Solamente si asì lo dispone su reverencia, ya que serìa un atrevimiento contrariarlo; y por màs de que èl sea mi tìo, yo no pienso hacerle ese desaire.
-¿Y què tiene de malo que tu tìo te confiese aquì en la sala?- pregunta Francisco insistiendo.
-No, no tiene nada de malo, pero tampoco tiene nada de malo que se utilize la biblioteca, o una de las alcobas, o cualquier otro sitio de esta casa, para que èl me confiese y me brinde sus consejos espirituales...¿O es que acaso te atreves a poner en tela de juicio la conducta de un sacerdote que debe su castidad a Dios, y olvidando que yo soy la sobrina del cura de este pueblo?- pregunta Luz cada vez màs airada.
Francisco apesadumbrado y confundido se retira sin responder palabra alguna, y se encierra depresivo en su despacho campestre del cual no saldrìa sino dos dìas despues como si ahora fuera èl, quien deseara esconderse de Luz.
La servidumbre de la hacienda se da cuenta de todos los altercados entre Luz y Francisco que practicamente ya son a diario. Mayordomo, ama de llaves, capataz, sirvientes, esclavos y demas trabajadores de la hacienda Rangel, murmuran cada rato sobre la dificil y angustiante situaciòn por la que està atravesando el matrimonio Rangel, a escasas siete semanas de cumplir su primer aniversario de casados. Algunos incluso fisgonèan y comentan en voz baja, los extraños ruidos que se escuchan cuando la amita Luz se encierra a "confesarse" con el canònigo Rosillo en alguna recamara de la hacienda, y a veces en la alcoba principal.
-Escuchen con disimulo y sin chistar...Esos son los ruidos del pecado que se aparèa- dice una de las ancianas esclavas a las cocineras...-Los ojos del padrecito Rosillo no son ojos de cura; sino ojos de hombre que àrde; y mi amita Luz de Obando tiene el don del fuego; fuego que quema a todo macho y no respeta sotana- termina de decir pacito la esclava anciana, sabia y prudente.
Andrès ya conoce muy bien a su amada, y es plenamente consciente de que Luz no soportarà la situaciòn mucho tiempo màs con Francisco Rangel que trata de sacar adelante un matrimonio que naciò muerto porque se construyò en las debiles bàses de la pantomìma; sin embargo el clèrigo todavìa no encuentra una salida a tan apremiante coyuntura...Es como si su astùcia y audàcia se hubieran estancado y lo estuvieran traicionando; porque la tensiòn entre Luz y Francisco crèce como bola de nieve; y los tres; Luz, Andrès, y Francisco coinciden en la intuiciòn de que toda esta maraña va a reventar màs temprano que tarde.

Hoy se cumplen once meses de haberse realizado el màs absurdo matrimonio de Simacota; y Luz de Obando no aguanta màs y precisamente en este dìa mandarà todo al carajo. Ya que su adorado canònigo no la ha podido sacar de ese laberinto, ella misma se saldrà solita sin que le importen para nada las consecuèncias...O ella se tràga el mundo, o el mundo se la traga a ella.
Entrada la noche, Luz sigilosamente ha empacado sus modestas pertenencias, las que son unicamente de ella, porque todos esos suntuosos regalos y demàs cosas que Francisco le regalò en todo este tiempo desde que eran novios, ella ha decidido dejarlos en la hacienda para siempre; tal y como va a abandonar a su esposo y a esa vida falsa de casada que desde antes de consumarse, sabìa que nunca le ìba a gustar para nada.
Aprovechando que Francisco ha sido llamado de urgencia a que se presente en uno de los establos para atender el pàrto de una de sus yèguas; Luz con su traje de imponente equitadora, sus botas altas, sus pantalones entubados apretados, y despues de haber acomodado de mala maña sus maletas en el fino y hermoso caballo que ella siempre mònta dentro de la hacienda, el mismo animal leal que ella misma domò personalmente desde siempre...Luz se monta sobre el lindo ejemplar y se marcha definitivamente de la hacienda Rangel, sin despedirse ni siquiera de la servidumbre, y justo en el momento en que comienza a llover fuertemente.
Ya en pleno camino Luz de Obando con su fusta fuetèa al animal hasta lograr una gran velocidad en su galope, pues ella siente como si la estuvieran persiguiendo, pero tambien se siente la reclusa que por fin pudo fugarse de la càrcel de oro, pero càrcel al fin y al cabo.
Su huida es sin retorno; aunque la bella y escultural jineta mientras cabalga siente una mezcla de sentimientos encontrados: Por un lado el remordimiento de haber abusado de la nobleza, sanas intenciones y buena fe de un hombre como Francisco Rangel; y por otro lado esa alegrìa disimulada de regresar a convivir en los brazos de su amado Andrès Rosillo, que no tiene ni la màs remota idea de que en esta noche de tempestad, porque llueve a càntaros, su diosa està de regreso a casa, aunque sea la modesta casa cural, pero es el unico sitio en que Luz quiere estar; en el sitio donde estè su canònigo y adulterino.
Galopando con ìmpetu, entrando al centro de Simacota, Luz està dispuesta a llevarse por delante a todo aquèl que se atreva tan siquiera a medio detenerla, o le impida llegar a su destino.
Francisco Rangel ha sido avisado urgentemente por uno de sus sirvientes, y sin pensarlo dos veces, Francisco registra con disgusto, deshonra y desespero, la grande alcoba principal donde Luz y èl habian dormido como marido y mujer, poco menos de un año. A medida que se percata de que ha sido abandonado por su esposa, estalla cada vez con mayor còlera...Encuentra encima de una de las almohadas, el anillo de boda de Luz que ella ha dejado sobre un papel escrito con la inscripciòn:
"Fuiste un buen hombre; gracias por todo, pero no fuì capàz de amarte. Me despido para siempre de tì. Lo siento mucho. Que Dios me perdone y que Dios te bendiga".
Es el primer caso de abandono conyugal que se registrarà judicialmente, en toda la historia de Simacota y sus alrededores; por consiguiente el escàndalo que se avecina y las consecuèncias que estàn por venir seràn contundentes, porque en esta dificil època de finales del siglo dieciocho, el abandono de matrimònio es un delito, no tanto para el hombre, como sì para la mujer, por el simple hecho de ser mujer; y por lo general se asocia al delito de adultèrio. Aquì se inicia el primer proceso oficial de divorcio en toda esta comarca neogranadina. Luz de Obando tendrà que enfrentar moralmente a la inquisidora sociedad, y legalmente a las autoridades españolas; por consiguiente necesitarà de un gran abogado que la defienda; un excelente abogado que la proteja a càpa y espada; un magistrado que por tan divina mujer estè dispuesto a todo; el mejor de todos los abogados de la regiòn: El canònigo magistrado Andrès Rosillo.
Luz por fin se detiene frente a la casa parroquial, y llèga completamente mojada por el aguacero que està cayendo como presàgio del diluvio de escàndalos, chìsmes, y complicaciones que se avecinan. Pero la lluvia no le importa a esta impetuosa mujer que baja de su caballo y golpea ruidosa y desesperadamente en la puerta de la casa cural. Despues de unos segundos que a ella le parecen eternos, Andrès àbre la puerta, y queda estupefacto, casi sin poder creèr lo que està viendo; su adorada amante estaba allì humeda y mojada, con su cara palida, una sensaciòn de desamparo enternecedora, y luego un abrazo sin palabras, en que el solitario y enamorado canònigo aceptaba resignado, que su reina angelical, venìa esta vez, para no volverse a separar jamàs de èl.
Ya dentro de la casa cural, y despues de ajustar la puerta, Andrès rapidamente va hacia su armario y saca una toalla lìmpia; despues con el lenguaje corporal de la ternura comienza a secar el ròstro y la caballera de Luz que no puede evitar un par de estornudos, despues de semejante juagada.
-Lo siento pero no pude aguantar màs; vengo a quedarme contigo de manera definitiva; y si no es asì, prefiero la muerte; pero no regresarè jamàs a vivir con Francisco Rangel- dice Luz hablando con las narices tapadas mientras que Andrès con sus ojos tristes la termina de secar sin pronunciarle palabra...La acarìcia y la abraza conmovedoramente, a la vez que Luz observa a su canònigo llorando como un niño silencioso y sin salida...El clèrigo con sùmo cuidado como quien desnuda a la màs preciada jòya, comienza a despojar a Luz de sus ropas mojadas, le quita sus botas, y despues de desnudarla completamente, Andrès levanta en sus brazos a su fèmina y se la lleva hasta la alcoba nùpcial de la casa cural...Luego la acuesta en aquèl lecho que jamàs fue ocupado por pareja distinta a Luz de Obando y Andrès Rosillo. Y como siempre, la quìmica perfecta entre ambos; Andrès insaciable vuelve a beber sin hastiarse jamàs, el nectar de su emperatriz; sus manos pasean por la silueta màs glamourosa y la piel màs tèrsa; porque Luz de Obando en la cama es faraòna del amor y el erotìsmo; impetuosa y sensible, calurosa y frìa, iluminada y tènue, sumisa y dominatriz, dama virtuosa, puta experimentada, indòmita y orgàsmica, fiereza y divinidad, pero sobretodo diabla y diosa.

Ya es madrugada y ha escampado. Luz y Andrès que no han dormido mayor cosa, conversan, se besan, se abrazan, y hacen planes para el problema que se les viene encima por el abandono de hogar de Luz.
-¿Te imaginas el escàndalo que se nos va a formar?...Toda la comarca se nos va a venir encima...Aunque estamos a tiempo de remediarlo...Basta con que regreses y con mi apoyo, cambiemos en algo las condiciones de convivencia entre tù y Francisco- dice Andrès mientras Luz descansa recostada en el pecho de su clèrigo.
-Eso jamàs!- responde Luz impetuosa, -nunca regresarè, y eso no tiene discusiòn...Yo solamente quiero estar contigo; no quiero estar con ningùn otro hombre; pasarè toda mi vida al lado tuyo, mi amadìsimo canònigo, tù eres mi armonìa, mi paz, mi ardor, mi dicha, mi gòze.
-Y tù eres mi gloria, mi paraiso, y mi cielo- responde Andrès mientras vuelve a besarla apasionadamente.
Ya no hay màs remedio; nadie manda en el corazòn de nadie porque los sentimientos son màs libres que el aire...Aunque sean tìo y sobrina, Dios los hizo, y ellos se juntaron en un complemento unico, ideal, e irrepetible. A estàs alturas Luz ya no se imagina la vida sin su abate; y a su vez Andrès tampoco lògra imaginarse còmo serìa su vida sin su reina coronada, de aquì en adelante. Ellos dos, son las almas gemelas y opuestas màs compenetradas que puedan existir.
-A partir de hoy, todos los dìas con sus noches, seràn nuestros- dice Luz de Obando cuando una vez màs Andrès se dispone a hacerle el amor a la coqueta màs despampanante de las artes amatòrias.
-Luz de Obando, tù eres mi màs sagrada virtud- declara Andrès completamente enamorado, mientras se sumerge en su propietaria emperatrìz, y posesiva deidad.

En las horas de la mañana, se escucha golpear fuerte la puerta de la casa cural. Es Francisco Rangel pero esta vez con actitud poco amable. El canònigo Rosillo àbre la puerta, y Francisco ni siquiera lo saluda.
-Padre Rosillo vengo por mi esposa para llevarmela de regreso; sè perfectamente que ella està aquì- dice Francisco mientras Andrès trata de asumir una compostura pausada y moderada.
-Tranquilizate Francisco; clàro que mi sobrina se hospeda desde anoche aquì; ella llegò acongojada a pedirme consejo desesperado.
-Padre, deseo hablar con ella- reclama Rangel.
-Pero ella no quiere hablar contigo- responde Andrès tajante pero amable. Francisco trata de controlar su ràbia, su deshonra, y su temperamento, pues al fin y al càbo èl sabe que a pesar del dificil momento, debe controlarse ante el cùra de su parròquia. Francisco levanta el volumen de su voz, con la intenciòn de que Luz lo escuche.
-Su reverencia; por favor digale a su sobrina que estoy dispuesto a olvidar este agravio de temporal abandono, incluso haciendo càso omiso de la nota que me dejò. Por favor hable con ella para que recapacite, y por favor digale tambien que yo no tomarè ninguna represàlia; ella puede regresar tranquila a la hacienda, que al fin y al càbo tambien le pertenece a ella por ser mi legìtima esposa. Si ella regresa; aquì no ha pasado nada; pero de lo contrario me verè en la penosa obligaciòn de denunciarla ante el señor corregidor don Pantagruel Madrazo; porque yo no permitirè que mi honor de caballero y esposo quede mancillado.
Luz que ha escuchado todo, aparece desafiante.
-Pues tendràs que denunciarme, porque esto no es una pataleta pasajera; es una decisiòn que yo venìa meditando desde hace tiempo, y no me arrepentirè. Nuestro matrimònio se acabo ayer, jùsto cuando se cumplìan once meses de haberme equivocado al casarme contigo. He regresado a mi antigua vida de simple servidora de la parròquia, y humilde sirvienta de esta casa cural al servicio de nuestro Señor. Eso es todo- dice Luz contundentemente a la vez que vuelve a ingresar al interior de la casa. Francisco va detràs de ella, pero al intentar entrar en la casa cural, Andrès extiende su brazo atajandole la entrada a Francisco.
-No entras a la casa cural...Los animos estàn exaltados y no quiero altercados...Otro dìa serà- dice Andrès de manera solemne.
-Entonces padre Rosillo, usted que ademas es abogado, recuerdele por favor a su sobrina que el abandono de hogar es un delito muy sèrio, y hasta pueden asociarlo al delito de adultèrio- refuta Francisco a la vez que sus ojos expresan una mirada retadora sobre el abate que disgustado ahora se expresa.
-¿Insinùas que mi sobrina es una adùltera?.
-No estoy insinuando nada padre; solamente estoy recordando lo que dicen las leyes.
-Porque adùltera significa que ella tendrìa que tener un amante...¿Acaso tù le conoces algùn amante a mi devota sobrina?...Porque te recuerdo que antes que mi sobrina, ella es una devota hija de Dios- espeta Andrès.
Ambos quedan callados por un momento ante la falta de argumentos; y ademas Francisco todavìa quiere seguir respetando al clèrigo.
-Padre, por favor comuniquele a Luz, que yo le doy un dìa de plazo para que regrese a la hacienda a vivir a mi lado hasta que la muerte nos separe, como usted mismo sentenciò el dìa que nos casò. Si ella no regresa, entonces que se atenga a las consecuèncias judiciales ante el señor corregidor porque la denunciarè; y usted como abogado, sabe perfectamente que yo tengo todas las de ganar; pero mi honor no quedarà mancillado. Un dìa de plazo; no lo olvide padre Rosillo- reclama Francisco, marchandose con su orgullo herido y su ràbia contenida.
La noticia corre como polvora por toda Simacota.
"La desvergonzada Luz de Obando ha abandonado a su caballeroso marido; hombre de Dios que se habìa casado con esa ramera endemoniada", proclaman las parroquianas encargadas de pregonar a los cuatro vientos, la màs grande novedad de trascendencia unica que se presentaba por primera vez en el poblado. Todo el pueblo se conmociona y la gente se congrega alrededor de la casa cural, màs con curiosidad morbosa que con cualquier otra intenciòn, ya que se trata de la noticia màs escandalosa de la comarca en muchìsimo tiempo.

Màs que un dìa, Francisco otorgò cuatro dìas que ya han pasado para que Luz regrese, pero ella no retornarà ni muerta. Durante estos cuatro dìas Luz de Obando no ha salido de la casa cural, ni para tomar el sol.
-Por la acusaciòn del delito de abandono de hogar, se ordena traèr bajo custodia hasta este despacho de corregitura, a la señora Luz de Obando de Rangel; para que rinda descargos, explicaciones, y declaraciòn por su reprochable conducta que atenta contra la moral y las sanas costumbres de la Nueva Granada. Firma el honorable señor corregidor de Simacota, don Pantagruel Madrazo. Comuniquese y cumplase- ha leìdo el comandante de guardia de Simacota, que acompañado por tres custodios màs, hacen la diligencia de captura de Luz de Obando, en la entrada de la casa cural. Luz con expresiòn de soberbia y orgullo en su cara se limita a escuchar, y con su actitud està lista para enfrentar la situaciòn. Pero ella no està sòla...Andrès Rosillo sujetandola del brazo la acompaña hasta la corregitura, adonde todos marchan en este momento. Luz y Andrès infunden tanto respeto, que ninguno de los guardias que ha realizado la aprehensiòn se ha atrevido a tocar a Luz, ni mucho menos al clèrigo. La escena observada por todos es patètica. Luz y Andrès con los custodios rodeandolos, todos rumbo al despacho de Pantagruel Madrazo, mientras otros guardias tienen que replegar, o por lo menos intentar dispersar a toda la poblaciòn de Simacota que no quiere perderse detalle alguno.
Dentro de la corregitura los animos estàn bastante caldeados, empezando porque todos quieren hablar al mismo tiempo. Despues de unos minutos, el corregidor lògra poner orden y otorgar el uso de la palabra respectivamente.
-Padre Rosillo, con el debido respeto, usted no tiene nada que hacer aquì; yo sè que doña Luz es su sobrina, pero ella ha abandonado a su legìtimo esposo, y es mi deber corregir dicha situaciòn anormal y jamàs vista en este tranquilo pueblo de Simacota- reclama el corregidor Pantagruel Madrazo a Andrès.
-Se equivoca corregidor; en este momento no estoy aquì como tìo de la acusada, ni siquiera como sacerdote; yo estoy aquì en calidad de magistral defensor de esta inocente mujer. Soy el abogado defensor de esta detenida, y ni usted ni nadie va a quitarnos ese derecho ni a ella, ni a mì- dice Andrès con esa vehemencia que solamente lo caracteriza cuando ejerce como hombre de leyes. Sin embargo dicha actitud acentùa la ràbia de Francisco.
-Esto es inconcebìble padre Rosillo; su sobrina me abandona dejando mi honor de esposo y caballero practicamente manchado y completamente burlado; convirtiendome en el hazmereir de las gèntes de bien, y gentuza de este pueblo; y ahora usted pretende que semejnate humillaciòn de la que soy vìctima, tenga defensa alguna- refuta Francisco practicamente a gritos. El corregidor intenta calmar los animos exaltados y terminar la diligencia de descargos a la mayor brevedad, porque en las afueras de su despacho hay otro plèito que no da espera; el de los habitantes de la regiòn que se agolpan para entrar a la corregitura a como dè lugar y no perderse detalle alguno del primer abandono de matrimònio oficial, en la historia de la comarca; asì que los guardias españoles infructuosamente siguen intentando de que todas las curiosas y curiosos se retiren a sus casas...Arengas, reclamos, e improperios a favor y en contra se escuchan dentro y fuera de la corregitura..."La puta Luz de Obando se cansò de ser dama"..."Lo dicho; al marica de Francisco Rangel no le funcionò el pipì con semejante mujerzota"..."Làstima que Luz de Obando sea tan pierniabierta, porque la ricahembra, màs que bendecida por el tìo, està como Dios manda".
Mientras que adentro de la corregitura, con una tensa calma se realiza la diligencia judicial.
-Doña Luz de Obando de Rangel; sirvase aclarar ante este despacho, los motivos que la llevaron a usted en su calidad de señora, o sea de acuerdo a su estado civil de legìtima esposa; el por què ha abandonado a su legìtimo esposo don Francisco Rangel aquì presente, y con la intenciòn de no regresar jamàs al lado de èl- interroga el corregidor de Simacota.
Luz asume una actitud tìmida y recatada.
-Me he visto en la penosa obligaciòn de tener que abandonar a mi esposo...Porque Francisco Rangel en sus artes amatòrias ejerce mañas inmorales, impùdicas, colmadas de obscenidades, y de impura concupiscència- dice Luz de Obando falsamente compungida y con su cabeza gàcha mirando al piso. Ante tan insospechada respuesta, todos en la corregitura quedan atònitos, mirandosen de reojo como tratando de entender que pretende la bella diva, mientras que Francisco respira ahogado, totalmente desconcertado y atònito al escuchar esas palabras que ni èl mismo imaginaba.
-Estoy tan extrañado como todos ustedes; Luz y yo tuvimos tan poca intimidad...Yo solamente he tratado de hacerte feliz. Si mis artes amatòrias no son las mejores, perdoname, pero regresa a casa ya mismo y retirarè los cargos. Tù debes comprender que yo no puedo quedarme cruzado de brazos con esta afrenta. Yo no puedo ser el primer esposo con el honor manchado de este pueblo. Luz de Obando, o limpias mi honor, o no descansarè hasta que cumplas con la obligaciòn de regresar a mi lado donde te corresponde estar- espeta Rangel indignado.
Luz se acerca a Francisco enfrentandolo y mirandolo soberbiamente.
-Nunca regresarè a tu lado porque no te amo, no estoy obligada a amarte, y nunca amarè a un impùdico como tù- dice Luz enfàtica, a la vez que Francisco àbre sus ojos como si fuera a devorar a Luz; completamente desubicado no entiende de dònde saca esa mujer tan falsos descargos.
-Corregidor, mi protegida exige que se retire el denuncio de abandono, y que muchìsimo menos se vaya a asociar al delito de adultèrio, porque eso serìa injurioso y calumnioso, lo que me obligarìa a proceder en derecho; ya que para asociar delito de adultèrio, tendrìa que existir una tercera persona que yo no veo por ninguna parte. Mi protegida ya fue lo suficientemente clàra de por què tuvo que abandonar al distinguido caballero Francisco Rangel- dice Andrès revisando audazmente los escritos de la querella. Sin embargo Francisco no puede contenerse màs y explota encolerizado, con sus ojos como si estuviera echando chìspas.
-Señor corregidor, todo lo que Luz de Obando ha dicho hoy aquì es falso, es una fàrsa, es inaudito y completamente calumnioso.
Y Luz dispuesta a responderle a Francisco, es interrumpida con una señal por su tìo que se le adelanta y en actitud retadora protesta.
-Corregidor, y don Francisco; ustedes dos son hombres no santos, y quieren tragarse viva a mi protegida; pero eso no podrà ser porque ella ya ha expresado los descargos que la llevaron a abandonar su hogar. Lo siento mucho por su honor don Francisco...Porque usted no està pleiteàndo por un verdadero amor hacia mi sobrina.
-En eso usted tiene toda la razòn padre Rosillo, esto no es una disputa de amor; esto es una disputa de honor. El amor no me importa para nada; porque aquì solamente hay dos cosas sagradas, su sotana y mi honor de esposo agraviado y caballero- dice Francisco sin titubèos de ninguna indole, generando asì la indignaciòn de Luz que se acerca y abofetèa a Rangel con dos cachetadas que se escuchan hasta en las afueras de la corregitura.
-A mì me respetas Francisco; yo no soy una de tus yèguas ni de tus propiedades con las cuales puedas disputar tu maldito honor...Gracias por confirmarme que yo solamente soy una cuestiòn de honor para tì, y jamàs una cuestiòn de amor; pero yo soy una mujer de carne y hueso, soy humana; y el hombre que estè a mi lado, lo estarà anteponiendo el màs infinito amor, por encima del honor que sea- le reclama Luz a Francisco mientras ella llora encima del hombro de su tìo.
-Corregidor, como magistral de mi defendida, exigo a este despacho y ajustandome en ley, que se acepten sin màs discusiòn, los descargos que ella a expuesto, y que la obligaron a abandonar su matrimonio; ademas que usted comprenderà que no se pueden pedir pruebas de artes amatòrias, porque ni mi protegida es prostituta, ni yo como abogado, y ahora sì como pàrroco y defensor nùmero uno de la moral y las buenas, sanas, y santas costumbres de este pueblo, podrìa permitirlo...¿O què quiere usted señor corregidor?...¿Que Luz y Francisco se pongan aquì en su despacho a hacer el amor, para calificar que tan inmorales y obscenas son las artes amatòrias del matrimonio fallìdo?...-pregunta Andrès ante la impotencia del corregidor que siente como si tuviera sus manos atadas. Francisco Rangel estalla en intensa ìra y dolor, y pierde todo respeto.
-Escucheme bien padre Rosillo, todo lo que usted y su sobrina han declarado es una completa mentira, una gigantesca fàrsa, y una calumnia de mierda; desgraciado cura malparido; usted es el demònio con sotana- grita Rangel y luego lànza un escupitajo en la cara de Andrès que aprieta sus puños conteniendose.
-Ahora lo entiendo todo Andrès Rosillo, usted y su puta sobrina tenìan esto friamente planeado, quien sabe con que intenciones; pero me le convertirè a ambos en la peòr pesadilla. Usted curita hijueputa que con su ramera sobrina disfrutaron de mis riquezas y mis bienes; ahora sabràn que el dinero tambien sirve para cagarse incluso en sotanas untadas de vagina puteada- dice Francisco con sus ojos oscurecidos, a la vez que Luz enfurecida se dispone nuevamente a abofetearlo, pero Rangel esta vez le detiene el brazo, y ahora es èl, el que abofetèa a Luz de Obando, provocando la ìra de Andrès Rosillo que se abalanza sobre Francisco arrojandolo al suelo y puñeteando su ròstro hasta reventarle la nariz. Los guardias españoles separan a los dos hombres, sujetandolos en los brazos mientras que Francisco con su narìz reventada vuelve a escupir en la cara sudorosa del clèrigo que exaltado espeta a Francisco.
-Le aceptamos el desafìo Francisco Rangel, mi sobrina y yo le aceptamos el desafìo; hundanos si puede con su maldito dinero; pero la pròxima vez que usted la tòque a ella, serà hombre muerto, asì tenga que convertirme en el cura recluso de quien sabe que prisiòn.
Anonadado y nervioso, el corregidor no està dispuesto a tomar partido entre la aristocràcia, y la iglesia de Simacota; asì que de manera escueta sentencia...-Escuchados los descargos, se descarta el denuncio al no probarse el adultèrio de la implicada doña Luz de Obando...Queda usted libre de toda acusaciòn, y puede regresar a vivir bajo la tutorìa de su tìo; y los descargos enunciados por doña Luz de Obando en este despacho, se mantendran siempre en reserva para que jamàs sean de domìnio pùblico.
Luz y Andrès todos dìgnos, salen de la corregitura agarrados de gancho y sin dirigirle la mirada a nadie. Camino hacia la casa cural, algunos parroquianos los siguen. Y cuando van llegando se escucha la voz de Francisco Rangel, sin importarle que el pueblo oiga sus palabras.
-Esto no se quedarà asì, Luz y cura Rosillo; irè hasta los tribunales màs altos si es necesario; pero esta herida a mi honor les costarà la tranquilidad y la paz. Y olvidense de mis contribuciones a esta parròquia de burdèl; porque de ahora en adelante mis limosnas y diezmos seràn para la parròquia de El Socorro, adonde pertenezco desde ya. Ustedes pagaràn demasiado càro todo este daño a mi honor...Y no lo olvide, maldito Andrès Rosillo; Luz de Obando siempre serà mìa y solamente mìa- sentencia Francisco gritando como loco; recalcando que para la sociedad de esta època de apariencias y "què diràn", todo honor es sagrado; pero sobretodo para todo aquèl que sea de apellido Rangel, el honor es incluso màs importante que la vida misma. Nunca en toda la historia de este poblado, el honor de alguien ha sido tan humillantemente burlado, y de manera tan pùblica. Francisco Rangel no amenaza; advierte, y lo que le vociferò a Andrès Rosillo, no es el resultado de la ìra que le ha embargado su corazòn, sino que es algo que èl aplicarà lo màs fiel que su posiciòn social y poderìo econòmico lo permitan: Le harà la vida imposible a Luz y Andrès; se convertirà en el peòr obstaculo para la felicidad de ambos; utilizarà todo su poder patrimonial y sus influèncias para que Luz regrese a su lado, aunque sea solamente por mantener las apariencias, sin importar que no exista amor alguno, porque para Rangel lo importante es recuperar y limpiar su honor manchado; es decir que Francisco utilizarà todo lo que estè a su alcanze para separar a Luz de Obando, de Andrès Rosillo; y lo harà por lo que èl considera màs un acto de honor y justicia, que de venganza.

A lo largo de los meses posteriores Luz y Andrès, retoman su concubinato clandestino; aquella maravillosa uniòn libre genuina, prohibìda, autentica, y colmada de ese amor infinito de pareja que supera todas las vicisitudes, y exclusivamente se lògra con esa màgia y esa quìmica que existe cuando el universo se confabula para que asì suceda; aunque a veces se conspire en favor de la misma sangre convertida en incesto sagrado.

En la parròquia de Simacota ya comienza a sentirse la austeridad econòmica, y las necesidades bàsicas podrìan volverse evidentes. Por este motivo Andrès junto con dos indìgenas y tres esclàvos, inician en el solar y pàtio trasero que ùnen la iglesia con la casa cural, la construcciòn discreta, silenciosa, y lo màs desapercibida posible de un alambique...Otro de los talentos ocultos del canònigo y adulterino don Andrès; hasta la misma Luz està extrañada y a la vez asombrada; pero son las primeras pinceladas del gran supernegocio que sacarà definitivamente de pobres, a la iglesia del pueblo, a Luz de Obando, y a Andrès Rosillo; porque no hay mejor rentabilidad que las extraordinarias ganancias de lo prohibìdo; no existe mejor negocio que lo prohibìdo. Tan prohibìdo y arriesgado, que Andrès solamente hasta la terminaciòn de la rùstica construcciòn, le revela a Luz, a los dos indìgenas, y a los tres esclàvos, cuàl es el sigìlo, el secreto, y el misterio por el que se ha hecho este alambique aquì en el patio trasero de la iglesia y la casa cural; solar trasero que jamàs se habìa utilizado para absolutamente nada.
Cuando ya todo està listo y debidamente pulido con las especificaciònes exàctas que Andrès dispuso; y financiada la construcciòn del pequeño alambique, con la venta de la casa de Martina madre de Luz, de donde tambien se compran utensìlios y demàs elementos de trabajo; y se fìja la primera bàse monetària del nuevo negòcio...A la primera persona a la que el canònigo le confiesa lo que va a realizar, es obviamente a su primera dama.
-Mi querida Luz; de esta pobreza en la que nos dejò Francisco Rangel; saldremos, fabricando "la bebida del diablo"- dice Andrès tajante.
-¿A què te refieres cuando dices "bebedizo del diablo"?- pregunta Luz misteriosa y en la misma voz baja en la que Andrès le conversa.
-Nos haremos ricos fabricando...aguardiente- responde el clèrigo secreteandole a su amada, que respirando asustada, recuerda que en estos finales del siglo dieciocho, el aguardiente està estrìctamente prohibìdo, y severamente abolìdo; e incluso la iglesia de esta època considera al aguardiente como una de las "bebidas del diablo" calificandolo de bebida mortal, orìn de Lucifer, veneno sabroso pero que apelotarda y vuelve tòrpe de por vida a quien òse tomarlo, y otros apodos màs.
Andrès Rosillo aprendiò a realizar una de las fòrmulas màs pùras y deliciosas de la que se tenga noticia en los anaquèles secretos de la Nueva Granada, para la fabricaciòn de aguardiente. La fòrmula y el còmo producirla, las aprendiò de manera ultrasecreta y rigidamente cuidadosa, cuando èl era apenas un seminarista y se ganò la confianza de una comunidad de fràiles españoles radicados en Santafe de Bogotà mientras Andrès estudiaba para convertirse en sacerdote. Desde hacìa varios años estos fràiles, publicamente en el dìa predicaban desde el pùlpito, que un buen hijo de Dios no podìa tomar tragos prohibìdos o bebidas del diablo; pero en la noche esos mismos fràiles fabricaban aguardiente clandestinamente para aliviar las penas, los frìos extremos santafereños, curar el desanimo, e incluso sanar "los males de trìpa", los males de estomago, y de paso enriquecerse a còsta de lo prohibìdo, que por el simple hecho de ser prohibìdo, es lo màs costoso. Se dice que hasta los virreyes de esta colònia española del Nuevo Reino de Granada, sin excepciòn han sido adìctos a tan dulce y àgria bebida que encandelilla y alegra el alma, y la pone a volar. Pero en El Nuevo Reino de Granada, fabricar, producir, traficar, y distribuir aguardiente, es un delito tan grave que puede castigarse incluso con la reclusiòn por decadas en mazmorras españolas ubicadas en el Caribe o en la misma España si es necesario. Traficar y producir aguardiente es un delito tan peligroso que publicamente nadie se atreve tan siquiera a pronunciar dicha palabra, porque ese simple hecho le podrìa generar sospechas a esa persona. Pero Andrès Rosillo, amante del riesgo como siempre, agrega desde ahora una nueva actividad clandestina, a su ya larga lista de actividades prohibìdas, dejando escrito para la historia que fue precisamente èl, el canònigo Rosillo, el fundador de la primera fàbrica de aguardiente que existiò en Simacota y alguna extensa parte de la Nueva Granada. El clèrigo sabe a lo que se expone, y està dispuesto a asumir el riesgo; tal y como lo asumieron en el pasado, los fràiles españoles que introdujeron y enseñaron a producir la bebida en la Nueva Granada; asì como en otras colònias españolas en tierras amèricanas la evangelizaciòn forzada la introdujo la cùria; de la misma manera esa evangelizaciòn la introducen ellos trayendo consìgo fòrmulas secretas de bebidas alcohòlicas prohibìdas...En las còstas caribeñas enseñan a las colònias, junto con las ìslas, y demas zonas costèras a fabricar ron, que tambien està prohibìdo...Tal y como los curas españoles que llegan a Mèxico son los que enseñan e introducen la fabricaciòn clandestìna de tequìla, basados en la fòrmula del aguardiente, pero con la diferencia de que la mezcla la realizarìan cien veces màs fuerte, para asì dar origen al tequìla...De la misma manera que es la cùria portuguesa de la colònia, la que introduce en Brasil y les enseña a ellos, la fabricaciòn de cachasa, basados tambien en una fòrmula similar a la del aguardiente, pero con una destilaciòn un poco diferente. Quedando escrito para la clandestìna historia negra de la cristiandad; que son el clèro español y el clèro portuguès catòlicos, los que sientan las bàses de la "bendita" y apetecida alcoholizaciòn Suramericana, Centroamericana, y del Caribe; tal y como el pastoral luterano, protestànte, y anglicano se encargarìan de sentar las bàses alcohòlicas de Norteamerica , al introducir en esa parte del Nuevo Mundo las fòrmulas secretas del whisky y el brandy que tambien son prohibìdas por los ingleses en sus colònias del Nuevo Continente. Asì se registrò para la historia, que las tres Amèricas quedarìan "agradeciendo" por los sìglos de los sìglos, gran parte de su "santìsima" alcoholizaciòn, a las iglesias cristianas: Catòlica, Luterana, Anglicana, Protestante, y Evangèlica; porque como lo dirìan para sus adentros, algùn obispo, arzobispo, cardenal, pastor, predicador, y Papa: -Toda iglesia es una puta santa!.
Pero como en el caso especìfico de la Nueva Granada, el sòlo hecho de pronunciar tal "bebedizo del diablo" , aguardiente, generarìa problemas; entonces los fràiles españoles tambien le crearìan una palabra clàve: Como la palabra aguardiente tiene once letras, A G U A R D I E N T E , entonces el nombre clàve serìa: LAS ONCE.
De esa misma manera Luz, Andrès y los demas implicados llamaràn secretamente a la "peligrosa" bebida: Las once.
En el solar detràs de la iglesia y la casa cural de Simacota, el alambique construìdo se ha dividido en dos: La zona màs grande para fabricar el aguardiente, y la otra zona, que es la pequeñita, para fabricar sorbètes naturales de todas las frutas y venderlos por la ventana de la casa cural que dà a la plaza central del pueblo; porque Andrès necesita un negocito legal que le sirva de soporte para justificar los discretos trabajos del alambique y algunos ruidos poco sonoros que se puedan producir. Cualquier duda de alguien de afuera se justificarà con la fabricaciòn de jugos naturales para el sostenimiento de la parròquia, y asì poder tapar su gran negocio prohibìdo, clandestìno, y juridicamente peligroso.

La maravillosa idea del abate Rosillo, resulta ser un increìble mercado redondo; Andrès y Luz lògran crear una red de distribuciòn que cùbre Simacota, El Socorro, y los pueblos aledaños de ambos; y a veces con algunos envìos demorados pero tambien fructiferos a Tunja y Santafè. Esclàvos e indìgenas bien pagados, son los encargados de transportar en caballos y mùlas; garràfas y cantinplòras de bàrro, repletas de delicioso y pùro aguardiente, camufladas entre los demas recipientes y jàrras que llevan sorbètes de frutas naturales por si son requisados en el camino por alguna autoridad. El supernegocio es de tal rentabilidad, que hasta los esclàvos que trabajan con el clèrigo en su secreta empresa, se convierten en esclàvos con sueldo, y los indìgenas empleados tambien estàn muy bien pagados, ya que Andrès al retribuirles con apetecidos salarios; màs que pagarles por su trabajo, en realidad les està es comprando su silencio. Y si hay que sobornar a algunos guardias de camino, no hay problema; las ganancias tambien alcanzan hasta para eso y màs.
La rentabilidad es tal, que las jugosas donaciones que en el pasado les hacìa Francisco Rangel, ahora son catalogadas como poca cosa, al lado de lo que està generando la producciòn y el tràfico de aguardiente; a tal punto que cuatro despues, Andrès Rosillo y Luz de Obando son archimillonarios.
-Benditas sean las once, viva por siempre el aguardiente- exclama pacito el canònigo Rosillo con la alegrìa reprimìda que le produce contar tanto dinero y joyas, porque quien no tenga para pagar la bebida deliciosa con dinero, morrocotas, o monedas, puede pagar con joyas.
Sin embargo Andrès controla a su diosa para que ninguno de los dos jamàs haga obstentaciòn alguna. Ambos son adinerados pero secretamente, de puertas hacia adentro, porque de la casa cural hacia afuera, Luz de Obando continua siendo tan sòlo la sirvienta de la casa cural y encargada de las labores de asistencia y quehaceres domèsticos de la parròquia, mientras que el clèrigo continua siendo el sencillo y descomplicado pàrroco de Simacota, gestor de la moral y las buenas costumbres, aunque todavìa exista en el papel, una sociedad de damas ilustres que le ayudan en el intento; igualmente continua siendo abogado de los pobres, cuando los pobres asì se lo requieren...Tambien èl se las arregla para continuar en su labor subversiva comunera...Y en el solar trasero de la iglesia, fabricando aguardiente para distribuir a los adultos, y jugos naturales para distribuirle a los niños, aunque la verdad sea dicha, son màs los jugos de frutas que Andrès y Luz regalan a los pobres, què los que venden; pero eso no le importa a la feliz pareja..."Regalemos jugos a todos, que el dios del aguardiente proveerà". Andrès dirige la producciòn y distribuciòn de las ONCE, mientras que Luz se encarga de llevar la contabilidad, y de regalar los sorbètes de frutas atravès de las ventanas de la casa cural.
-Amor mìo, lleva tù la contabilidad, que a ustedes las mujeres les rinde màs toda riqueza- le decìa el clèrigo a su sobrina, mientras le enseñaba las cuatro operaciones bàsicas de las matemàticas, que Luz aprendiò con gran destreza, ya que en esta època la mayorìa de mujeres no saben sumar, ni restar, ni multiplicar, ni dividir. Sin embargo Luz de Obando aprende rapidamente y sin escatimar esfuerzos.
Pero lo prohibìdo se paga con un alto precio, y Andrès Rosillo ya tiene en su historial tres motivos màs que suficientes para llevar al paredòn a cualquiera: Sacerdote catòlico de romance clandestino con su propia sobrina; insurgente contra la corona española y toda autoridad que la represente; y desde hace cuatro años, productor y traficante de aguardiente. Lo unico que lo sàlva es su sotana, su apellido Rosillo, y su preparaciòn que lo catalòga como uno de los abogados magistrales con enfasis en derecho canònico màs eminentes con cierta fama y prestìgio ya, en gran parte de la Nueva Granada.

Sin embargo estos han sido tambien los mismos cuatro años en los que Francisco Rangel no se ha resignado para nada: Ha ìdo a hablar con el obispo de la regiòn que le prometiò hacer algo para que Luz de Obando regrese a su lado como su legìtima esposa. Luego Rangel al ver que el proceder del obispo de la regiòn era tan lento, entonces se fue hasta Tunja para hablar con el arzobispo de esa ciudad, a ver si podìa hacer algo...Dicho arzobispo tambien le prometiò no cruzarse de brazos, pero lo unico que hizo fue trasladar el caso al arzobispado de Santafè, adonde tambien llegò a exigir justicia ante las autoridades eclesiàsticas que ya tienen desde antes de la llegada de Rangel, algunos elementos donde catalògan al canònigo Rosillo con la mala fàma de ser un "clèrigo problema".
Francisco Rangel siempre expone el argumento de que su esposa lo abandonò para irse a vivir con el cura del pueblo que a la vez es su tìo. Los conductos regulares y los despachos que visita Francisco, siempre tratan de eludir la denuncia, por lo que hay sacerdote de por medio; entonces se tiene tambien la sospecha que si la susodicha Luz de Obando se fue a vivir con su tìo y tutor espiritual, es porque seguramente Rangel le daba mala vida.
En Santafè Francisco tiene algo de suerte, y por su prestància y posiciòn social es recibido por la alta cùria que lo escucha con atenciòn. Un obispo sèrio y tìmido, en representaciòn del arzobispo, se encarga del caso, pero en realidad a este gòdo obispo no le interesa tanto el abandono de Luz de Obando que le narra Francisco en su exposiciòn; la verdadera preocupaciòn de la cùria santafereña, es que se nombre tan insistèntemente a un sacerdote de la santa madre iglesia llamado Andrès Rosillo, del que ya se tienen informaciones de otras fuentes de ser un cura dìscolo, solapadamente rebelde, y segùn se rumora, partidàrio de los "atèos" comuneros.
-Don Francisco Rangel, reciba usted la bendiciòn del señor arzobispo, y mi humilde bendiciòn para que Dios nunca deje de estar presente, ni siquiera en estos dificiles momentos que usted està pasando. Tiene usted mi garantìa de que se tomaràn medidas al respecto- ha dicho el obispo de pocas palabras, otorgandole asì alguna esperanza a Francisco, de que algo se va a hacer.
-Yo sòlo exigo como esposo agraviado y deshonrado, que mi legìtima esposa y con la cual me casè en santa ceremònia catòlica, apostòlica y romana oficiada por el padre Andrès Rosillo; regrese a mi lado- dice Francisco mientras se arrodilla para besar el anillo del obispo; y de pàso le entrega una carta sellada que le ha enviado el corregidor de Simacota don Pantagruel Madrazo. Carta donde èste expresa con sùmo respeto las reservas e inconformidades que tiene con respecto al pàrroco Andrès Rosillo. Porque desde hace algùn tiempo, sin duda alguna, el canònigo Rosillo se ha convertido en un lìo disimulado, pero lìo al fin y al càbo, para la alta cùria de Santa Fe, que al dìa siguiente de la visita de Francisco, se reune en plèno para tratar un sòlo tema: Andrès Rosillo...Entonces se toman decisiones al respecto, partiendo de la bàse de que el abate Rosillo no puede permanecer màs tiempo en Simacota.
Lo unico que no se atreve a expresar el corregidor en su misiva, porque no està totalmente seguro, es lo referente a las sèrias sospechas que èl tiene de que en el solar trasero de la iglesia se estè fabricando algo màs que simples jugos de frutas; aunque todavìa no sepa exactamente què.

Y algunas semanas despues Andrès entra en un ataque de fùria porque la correspondencia que llega de Santa Fe, es contundente.
-Maldita sea esta carta; malditos sean todos ellos- exclama con ìra el prelado, inerme y ofuzcado ante la mirada desconcertante de Luz que trata de calmarlo.
-¿Pero què te pasa mi canònigo?...¿Por què te has puesto asì?- pregunta la bella dama mientras abraza a Andrès consintiendolo. El abate le entrega la carta para que ella misma la lea...Luz en un comienzo lee en voz baja, pero poco a poco va aumentando el volumen de su sensual voz...
...-Entonces se le ordena al clèrigo Andrès Rosillo, que acatando los desìgnios de la santa madre iglesia, se translade y tòme posesiòn lo màs pronto posible, como nuevo capellàn de la parròquia de la Villa de la Santa Inmaculada Concepciòn de Fòmeque, considerada tambien tierra de Dios-...Luz respira profundo y deja de leèr la misiva mirando resignada a los ojos de su clèrigo amado, que se calma un poco.
-En fin; tampoco me puedo enfurecer tanto. Doy gracias al Todopoderoso de que estos casi nueve años aquì en Simacota marcaron mi vida. Te conocì como mujer, me enamorè de tì, tenemos una relaciòn estable imperfecta pero bonita; los ultimos cuatro años el alambìque de aguardiente solucionò nuestro futuro llenandolo de prosperidad con crèces. Y reconozco que lo unico que verdaderamente me ha dolido es que en este tiempo me tocò darle el ultimo adios a mi adorada hermana, que Dios tenga bajo su luz perpètua- dice Andrès con tristeza mientras hace su rapido balance refugiàndose en los brazos de su dueña que lo consuela.
-Y lo peor de todo es que ante las ordenes de arzobispado; no hay nada que se pueda hacer, sàlvo cumplirlas. Como se dice en el argot eclesiàstico: O las ordenes se cumplen, o se acaba la iglesia- termina de decir el canònigo, resignado a su suerte.
-Detràs de todo esto debe estar la porquerìa del corregidor ese- dice Luz indignada.
-Y el hijueputa de tu esposìto- redondea Andrès con disgusto.
-Mi unico "esposo" eres tù- refuta Luz secamente.
Ambos quedan en silencio por un rato como si intentàran planear sin pronunciar palabra el pàso a seguir, que no es otro que el desmonte del alambìque, la liquidaciòn de la clandestina empresa, con el mismo sigìlo con el que la fundaron hace un cuatrènio; y el cierre de ese cìclo de ocho largos años ejerciendo como pàrroco y otras cositas, en la apacìgue, chismosa y calurosa Simacota, casi nueve, que jamàs se repetiràn, ni para Luz, ni para Andrès.
-¿Me llevaràs contigo?- pregunta Luz a media voz, rompiendo asì con el silencio. Andrès conmovido enciende una vela porque ya està empezando a oscurecer; se acomoda en su sillòn, y sienta a Luz sobre sus piernas.
-Mi amadìsima loquita...¿Acaso me creès capàz de dejarte?...¿Piensas que podrìa dejar de escuchar tu voz, aunque sea cuando estàs brava?...¿Acaso tengo la capacidad de dejar de sentir tus carìcias; dejar de sentir tus besos, dejar de beber tu nectar de flor imponente y hermosa?...¿Acaso soy capàz de dejar de recibir tu amor, cuando tu amor es la bàse de mi existir?...Ni siquiera soy capàz de morirme sin tì- dice Andrès con gran sensibilidad mientras que Luz inclina su cabeza recostando su ròstro en el de Andrès que la besa en el cuello...Ambos se entregan siempre como si fuera la primera vez, porque màs que hacer el amor Luz de Obando ya es el amor personificado de pareja còsmica y ardiente, que asciende a la màs sublime profundidad celestial de los sentidos...Con el sòlo hàlo de su esbelta figura, esta divina fèmina podrìa resucitar al màs muerto de los hombres...Luz de Obando naciò para ser insaciablemente esplendoròsa, amor de paraiso celestial y sexo de paraiso terrenal, porque la vènus alteza Luz de Obando es antetodo y por sobretodo, còito de diosa purificada perfumada por virgenes, còpula de màja que quita el pecado del mundo, dichoso el invitado a esta cena en la màs enardecìda seducciòn; sagrada en el momento de poseerla; versiculos de clìtoris en su màs elixir vulva...Despues de esta preciosa dama en la calle y majestuosa meretriz en la cama; solamente la muerte; y despues de la muerte, el erotìsmo eterno de Luz de Obando y su amor perpètuo.


EL CANÒNIGO Y ADULTERINO DON ANDRÈS
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